Cristo, el escudriñador de los corazones de los hombres
Cristo ama a su iglesia. Él entrego su vida por ella y dijo que las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Jesús mismo es la piedra fundamental de esta iglesia. Y la Escritura nos dice que su gloria y sabiduría habitan en ella. En Pentecostés, el mandó su Espíritu Santo para establecer su iglesia. Y él la ha dotado con siervos ungidos – pastores, maestros, apóstoles, profetas y evangelistas – con el propósito de edificarla.
Esta claro que el Señor desea bendecir su iglesia. Así que, ¿por qué Apocalipsis 2 presenta una imagen tan temerosa de Cristo, cuando el se aparece a su pueblo? Juan escribe que Jesús se presenta a su iglesia con ojos llameantes y una voz de trueno:
“...y en medio de los siete candelabros a uno semejante al Hijo del hombre... Su cabeza y sus cabellos eran blancos como blanca lana, como nieve; sus ojos, como llama de fuego. Sus pies eran semejantes al bronce pulido, refulgente como en un horno, y su voz como el estruendo de muchas aguas. En su diestra tenía siete estrellas;[5] de su boca salía una espada aguda de dos filos” (Ap. 1:13-16).
Ahora bien, Apocalipsis es la suma de la Palabra de Dios; describe el final de todas las cosas. Y esta es la primera imagen que vemos de Cristo en este libro. ¿Por qué Jesús aparece con tanto augurio aquí? Y ¿por qué el le habla tan penetrantemente a la iglesia? Juan escribe que las palabras de Cristo son tan afiladas como una espada, cortando hasta el tuétano. Recuerda, este fue el apóstol que recostó su cabeza en el seno de Jesús. Pero ahora el se encuentra sobre su rostro: “Cuando lo vi, caí a sus pies como muerto” (1:17).
El Señor mismo explica su temible apariencia: “todas las iglesias sabrán que yo soy el que escudriña la mente y el corazón. Os daré a cada uno según vuestras obras.” (2:23). El hecho es, que Cristo ama a su iglesia. Y esa es la misma razón por la cual él viene a escudriñarla. Él viene a corregir a su pueblo en amor, para purificarlos.
Primeramente, Jesús le dice a Juan que no tenga miedo. “Y él puso su diestra sobre mí, diciéndome: «No temas. Yo soy el primero y el último” (1:17). Entonces Cristo dice, en esencia, “Quiero que todos en mi iglesia sepan que vine a escudriñar su hombre interior. Y lo hago con ojos de fuego y un trueno que estremece el alma. No voy a medir palabras – lo que tengo que decir tanto herirá como sanara. Pero no permitiré que ningún hijo mío siga en apatía o ceguera. Mis ojos y mi boca cortaran a través de toda fachada.”
Cristo vio algo en su iglesia. Y el mando a Juan que escribiera sus palabras y que se las mandara a los siete “ángeles” de las iglesias. Esto se refiere a sus ministros, llamándolos las estrellas en sus manos (ver 1:16). Él le esta diciendo a Juan, “Yo amo a estos siervos. Yo los llame y los ungí. Y ahora tu debes darles mis palabras a ellos.
Como pastor, tengo que preguntarme: ¿Cómo se sentiría abrir tal carta de Juan? “Al pastor de la iglesia en Nueva York: Así dice el Señor, acerca de tu congregación...” Ahora imagínate lo que sintieron esos siete ministros.
Toma, por ejemplo, al pastor de Éfeso. Mientras él lee la carta de Juan, él ve a Cristo regocijándose por su iglesia. El Señor elogia a los efesios por ser trabajadores, pacientes y discernidores. Ellos odian el mal, y defienden la causa de Cristo. Y a través de los años, no han cesado de hacer buenas obras. Este pastor se maravilla por lo que lee. Él piensa, “El Señor se agrada con nosotros. Es una carta de aprobación.”
Pero al leer mas adelante, llega a unas palabras cortantes: “Pero tengo contra ti que has dejado tu primer amor.” (2:4). Jesús advierte al pastor, “Recuerda, por tanto, de dónde has caído, arrepiéntete y haz las primeras obras, pues si no te arrepientes, pronto vendré a ti y quitaré tu candelabro de su lugar.” (2:5).
El pastor de Éfeso debió quedar estupefacto al leer esto. Él piensa, “¿Arrepentirme? O, ¿él quitara nuestro testimonio? Que palabras más chocantes. ¿Cómo puede ser? Somos creyentes de pacto; somos justificados por fe. Hemos sido caritativos, amantes y cuidadosos. Ahora, ¿debemos volver a ser como fuimos al principio? ¿Qué significa esto? ¿Cómo puede Jesús estar diciendo esto? ¿Cómo podré leerle esta carta a mi congregación?”
Ten presente, estas palabras son dirigidas a una congregación santa. Así, que esto fue un asunto muy serio a los ojos del Señor. ¿Por cual otra razón le hablaría tan fuerte a tal brillante ejemplo de iglesia? Él le esta diciendo al pastor, “Tu primer amor por mi no es lo que fue. Has abandonado tu comunión conmigo. Ahora, arrepiéntete.” Jesús aclara: todo tiene que ver con mi presencia. Si, los efesios habían trabajado diligentemente haciendo buenas obras. Pero ya no tenían intimidad con el Señor.
En el próximo capitulo, Cristo resume su mensaje a los siete pastores y sus congregaciones. Y sus palabras dicen: “Yo estoy a la puerta y llamo; si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré a él y cenaré con él y él conmigo.” (3:20). Muy a menudo, los cristianos no abren la puerta de sus corazones a Jesús. Cuando él toca, ni siquiera están en casa. En vez de eso, hay un letrero en la puerta, que dice: “Querido Señor, salí a ministrar al hospital, y después a la cárcel. Te veo en la iglesia.”
Tantas iglesias hoy están haciendo tantas cosas buenas y caritativas en el nombre de Cristo. Tienen programas para casi cada necesidad humana. Y la congregación viven vidas limpias y rectas, cuidadosos en evitar el pecado. Pero algo ha cambiado en ellos. En un tiempo, estos creyentes eran devotos en su comunión con Jesús. No pasaban un solo día sin pasar tiempo a solas con él. Pero ahora las cosas son diferentes. Todo lo que le dan es un saludo rápido camino a alguna obra. ¿Cuan serio es esto para Jesús?
La iglesia en Éfeso perdió algo que una vez poseyeron. Era la presencia manifestada de Cristo en sus medios. Comenzaron a tomar la presencia de Jesús por sentada, y estaba afectando su ministerio. En un tiempo, ellos se amaban y tenían cuidado uno del otro. Pero ahora se aprovechaban uno de los otros también. Y eso tuvo un efecto desastroso en su labor para hacer buenas obras. Estaban tan ocupados sirviéndoles a la gente que sus obras se convirtieron en el enfoque, no en el amor de Cristo. Su poderosa presencia estaba ausente.
Ahora Jesús les advertía: “Si no hacen cambios – si no vuelves a tu hambre por mí – voy a quitarte tu testimonio. No tendrás más autoridad cuando hagas tus buenas obras. Todo será en vano.”
Veo un paralelo en el mundo de hoy. Algunas de la gente mas duras son aquellas que han trabajado para los departamentos de bienestar y agencias sociales. Esto es especialmente cierto de aquellos que trabajaron en salas de enfermos mentales o con niños abusados. Esta gente eran trabajadores sinceros y dedicados. Pero era demasiado doloroso para ellos enfrentar el sufrimiento que veían diariamente. Al pasar el tiempo, algunos se han endurecido.
Lo mismo puede sucederle a los cristianos. Ministros y laicos por igual ven tanto dolor y pecado en la gente a quienes ministran, que llegan a endurecerse. Eso es lo que Jesús estaba diciéndole a este pastor en Éfeso: “Una vez fuiste tan tierno con los demás. Tenías tal amor por la gente y los escuchabas. Pero ahora vuelves oídos sordos. Te sientas con ellos, pero te has endurecido a sus clamores. Estas haciendo ministerio como sobre una cinta de correr, sin vida. No tengo otra opción que quitar mi presencia de ti.”
He estado en iglesias donde el Señor ha quitado su presencia por un tiempo. Hay una mortandad y sequedad casi tangible. Todos la sienten. Dios esta hablando a esa iglesia diciendo: “Dejare que las cosas se pongan frías por un tiempo. Quiero sacarte de tu letargo. Quiero que sepas como se siente estar sin mi presencia.” Es absolutamente horrible cuando una iglesia alcanza ese punto. No hay convicción del Espíritu Santo, nada que mueva la congregación, nada que toque a la gente joven.
Otro efecto secundario serio que toma lugar. Esto es, personas espiritualmente hambrientas no se quedan donde la presencia de Jesús no es evidente. Están desesperados por conocer su cercanía y cuando no la experimentan, van a otro lugar a encontrarla. Recibo muchas cartas con la misma queja: “No encuentro una iglesia que este viva con la presencia del Señor.”
He sido testigo del trágico desliz de muchos cristianos que se sintieron de esta manera. Ellos nunca encuentran una iglesia; así que se sientan en casa y miran predicadores en la televisión. Nunca reciben carne en su dieta espiritual. Todo lo que cenan es liviano. Al pasar el tiempo, entra una frialdad. Pronto, han abandonado la iglesia de un todo. Abandonan la asamblea de los hermanos, sobre lo cual advierte Hebreos (ver Hebreos 10:25). Y se ponen totalmente indiferentes a Cristo y su presencia.
Les digo, Dios no oirá ninguna excusa de tales gentes. Jesús puede ser él todo en todo para cualquiera, si sigues en tu comunión personal con él. No importa la condición de tu iglesia; debes ser diligente en dedicarle tiempo precioso a él. Necesitas beber profundamente de su presencia si quieres que su Palabra se avive en ti.
A la luz de Apocalipsis 1 al 3, cada creyente debe preguntarse lo siguiente: ¿Han robado mis buenas obras – mis estudios Bíblicos y mi servicio – de mi tiempo con Jesús? ¿Todavía tengo hambre de él como antes? O, ¿he perdido algo?”
Las iglesias a las cuales Jesús se dirige en Apocalipsis 2 al 3 eran siete congregaciones reales en Asia. Algunos estudiosos de la Biblia creen que estas iglesias representan siete eras en la historia de la iglesia. No quiero discutir ese punto teológico. Creo simplemente que el mensaje aquí es para cristianos de cada generación. En resumen, Jesús escudriña los corazones de su pueblo en cada edad. Él esta preocupado por cualquier ceguera espiritual que pueda plagar su iglesia.
El Señor tenia una controversia con cinco de las siete iglesias en este pasaje. Quiero enfocar solo tres: Éfeso, Tiatira y Laodicea.
Ya hemos visto que el problema en Éfeso era su falta de intimidad con Cristo. El problema en Tiatira era diferente. Era un coqueteo con ministerios seductores y diabólicos. Imagínate la reacción del pastor cuando leyó estas palabras: “Escribe al ángel de la iglesia en Tiatira: »"El Hijo de Dios, el que tiene ojos como llama de fuego...” (Ap. 2:18). Jesús miraba esta iglesia a través de ojos llameantes con ira santa.
Pero la carta sigue con una aprobación: “Yo conozco tus obras, tu amor, tu fe, y tu servicio, tu perseverancia y que tus obras postreras son superiores a las primeras.” (2:19). Una vez mas, Cristo esta diciendo: “Conozco tus obras. Tu amor, fe, servicio y perseverancia son mayores ahora que cuando comenzaste.” Mejor de todo, el Señor les dice: “Sé que me amas.” El no los reprende por perder intimidad con él.
Pero entonces leemos estas penetrantes palabras: “Pero tengo contra ti que toleras que esa mujer Jezabel, que se dice profetisa, enseñe y seduzca a mis siervos para fornicar y para comer cosas sacrificadas a los ídolos. (2:20).
Exactamente, ¿quién es esta Jezabel mencionada aquí? Jesús esta hablando de pastores falsos. Él esta reprendiendo al pastor en Tiatira porque tolera ministros codiciosos quienes seducen a su pueblo: “Tu permites que ministros llenos de lujuria hablen libremente desde tu pulpito. Ellos entran como ángeles de luz, y usan engaños malvados para seducir a mi pueblo.”
La referencia a Jezabel aquí indica mas que solo ministros codiciosos. Estos falsos pastores en realidad hacen maquinaciones para llevar a cabo y cumplir sus lujurias. Dicho simplemente, el nombre Jezabel es un proverbio para todo lo que es malo y detestable a los ojos del Señor.
Que imagen tan perpleja nos ofrecen. Aquí tenemos a un pueblo que ama al Señor, hombres y mujeres devotos a Dios. Ellos han perseverado, han dado fielmente y aman a Jesús. ¿Cómo puede ser que estos creyentes sean atraídos a falsos profetas? ¿Cómo pueden ser seducidos por ministros malvados que Dios desprecia?
Esto te puede sorprender, pero yo veo esto mismo sucediendo por toda la tierra. Lobos que salen a pelar al rebano ahora hablan en iglesias que una vez fueron conocidas por su mensaje de santidad. Cuando le preguntan al pastor por que permite esto, él admite, “Estos predicadores atraen el gentío. La gente esta viniendo a la iglesia.”
¿Notas la inconsistencia aquí? Jesús llama al pastor de Tiatira un hombre de amor y bondad. Pero este mismo hombre tolera ministros de pecado abominable, pastores que emocionan la carne y sirven la lujuria del pueblo. Ellos traen conceptos malvados que dan un falso sentido de avivamiento. Y llevan al pueblo a una seducción demoníaca.
Bien profundo en el corazón de este pastor, él sabe que su evangelio no es puro. Pero él no quiere detener al gentío que vayan. Y ahora Cristo le esta diciendo: “Tu toleras la seducción de estos lobos. Y estas ciego a lo que esto le esta haciendo a mi pueblo. Ellos se están escapando a las reuniones de este predicador; y son llevados a la destrucción. Han comenzado a fornicar y comer alimento sacrificado a los ídolos. Pero te niegas a avisarles. Te llame para que seas pastor sobre mis ovejas, pero no los estas protegiendo. ¿Por qué toleras esta maldad? ¿Por qué no levantas tu voz?”
Una de las primeras obligaciones que tiene cualquier pastor es mantener el pulpito puro. Él no puede permitir que alguien se pare ante el y de una palabra falsa. Eso puede sonarte como un asunto de control, pero es lo que Dios manda. Ves, Cristo no esta hablando de fornicacion sexual aquí. Él esta hablando de un yugo malvado, una coinonía sensual, una entrega de uno mismo al poder de un ministerio falso. Y la advertencia de Jesús es clara: “Estas comiendo de una emoción que es de la carne. Es un evangelio que complace la lujuria. Y tu vida espiritual esta en juego.”
Recuerda, Jesús no se esta dirigiendo a creyentes deslizados. Él esta hablándoles a cristianos amantes quienes te darían lo que tienen. Pero están atraídos a un evangelio de la carne. Ellos ponen atención a una voz sutil que susurra, “Tienes que escuchar a este hombre.”
A través de los evangelios, Jesús advierte acerca de falsos pastores quienes buscan devorar y engañar a muchos. Sin embargo, la falta de discernimiento en multitudes que se mantienen en sus evangelios falsos me sorprende. ¿Te a pasado a ti? ¿Se alimenta tu alma en algún evangelio televisivo que en realidad es demoníaco? ¿Tomas un mensaje de predicadores de prosperidad quienes atraen tus lujurias y toman él último centavo de los envejecientes?
Puedes pensar, ¿Qué de malo hay en verlos? No me puede hacer daño escuchar lo que dicen. Además, todo se siente como que es del Señor.” ¡No! Si tu permites pastores malévolos, entonces estas compartiendo la cama con demonios. Estas cometiendo fornicacion con lo malo.
No me mal entienda: No estoy hablando de todo evangelista en la televisión. Pero cristianos con discernimiento conocen la diferencia. Jesús habla de tales santos bien cimentados, quienes ven a través de los motivos de predicadores manejados por la carne: “...y no han conocido lo que ellos llaman las profundidades de Satanás,...” (Ap. 2:24). Cristo no mide palabras cuando se trata de estos ministros “agarra-dinero.” Él esta diciendo: “Ellos arrastran las almas a las mismas profundidades del infierno.” Si, estos ministros predican a Cristo, pero no al Cristo de gloria. Si, ellos predican la palabra, pero no es la Palabra de Cristo. Es un evangelio manchado con las doctrinas de Satanás.
El Señor dice de tales pastores malos, “Yo le he dado tiempo (Jezabel) para que se arrepienta, pero no quiere arrepentirse de su fornicación.” (2:21). Él esta diciendo, en esencia, “He sido paciente con estos falsos profetas y evangelistas. Les he dado advertencia tras advertencia. Tuvieron suficiente tiempo para volverse de su maldad. Pero se negaron.”
Entonces el Señor da esta advertencia a cada ministro justo de su Palabra: “Por tanto, yo la arrojo en cama; y en gran tribulación a los que adulteran con ella, si no se arrepienten de las obras de ella. A sus hijos heriré de muerte...” (2:22-23). Jesús no esta hablando solamente de los profetas aquí. Él esta incluyendo a todo aquel que les escucha y les apoya. Todos terminan juntos en una condición horrible de enfermedad y muerte espiritual.
Ezequiel dice lo siguiente de tales creyentes “derramaste tu lujuria sobre cuantos pasaban.” (Ezequiel 16:15). En otras palabras: “Corres detrás de todos estos ministros falsos. Pero ellos solo te usan. Hacen mercancía de ti, dejándote espiritualmente herido y muerto.”
Finalmente, Jesús amonesta a aquellos que han estado fielmente en contra de los ministros de Jezabel: “pero lo que tenéis, retenedlo hasta que yo venga.” (2:25). Él esta diciendo: “Has aprendido verdadero discernimiento. No te permites ser doblado por cualquier viento y ola de doctrina. Así que, por ahora, solo aguántate. No te dejes engañar. Eso es todo lo que te pido. No pondré ninguna otra carga sobre ti hasta que yo regrese.” (Ver 2:24).
Jesús no le da ni un solo elogio a la iglesia en Laodicea. En vez de eso, este pastor lee: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente! Pero por cuanto eres tibio y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.” (Ap. 3:15-16). Que palabras aterradoras del Señor.
Mi pregunta es: ¿Cómo puede toda una iglesia caer en la misma condición peligrosa? ¿Cómo puede ser que todos estén tan espiritualmente ciegos que todos se ponen tibios? No se menciona un remanente santo en este cuerpo. Cristo los describe a todos como: “...miserable, pobre, ciego y estás desnudo...” (3:17). ¿Cómo puede ser esto? ¿Cómo es posible que alguien este miserable, pobre, ciego y desnudo, y aun no lo sepa?
Sucedió porque esta gente estaba cegada por una horrible mentira. Los laodicenses eran muy materialistas, ricos y prósperos. (Esto puede significar aumentando en número e influencia, como también en dinero.) Y ellos estaban completamente satisfechos consigo mismos.
Para un cristiano sin discernimiento, esta iglesia estaba floreciendo. A la gente le encantaba y eran atraídos a ella. Pero cuando Cristo la escudriñó, quedo espantado por lo que vio. Estos laodicenses estaban cegados por una mentira. Y esa mentira era, “Yo estoy bien. Estoy donde debo estar espiritualmente. No he cambiado. Aun soy el mismo cristiano dedicado. Soy un creyente justo y ardiente.” Jesús dice que ellos declaraban de si mismos: “Tú dices: Yo soy rico, me he enriquecido y de nada tengo necesidad.” (3:17).
Para mí, esta congregación representa el frenesí capitalista de la iglesia moderna americana. Nuestra nación es una sociedad capitalista, que significa simplemente, “crecimiento en incremento.” Y el mundo de los negocios tiene un dicho: “Crece o muere.” Todo siempre debe ser más grande. Así que tienes que poseer el ímpetu para hacer las cosas más grandes y mejores.
Eso esta bien para los negocios; pero esta mentalidad ha infiltrado la iglesia. América es testigo de un “Cristianismo capitalista.” La meta ya no es crecimiento espiritual, sino expansión en números, prosperidad, finanzas. Y los ministros están cayendo en el frenesí.
El juicio de Jesús a los laodicenses se aplica a muchas iglesias hoy: “No te das cuenta lo que te ha pasado. Tu ceguera te ha hecho tibio; y ni siquiera lo ves. Aun crees que esta ardiendo por mí.” En Éfeso, el pecado de la iglesia fue una pérdida de intimidad con Jesús. En Tiatira, fue pérdida de discernimiento y flirteo con la fornicación espiritual. Ahora, en Laodicea, vemos el peor de todos los pecados: una perdida de toda necesidad por Cristo.
Todo termina en desnudez. Jesús acusó a los laodicenses de su condición desnuda: “para que no se descubra la vergüenza de tu desnudez” (3:18). La palabra griega para desnudez aquí significa “despojado de recursos.” Ves, Dios reserva sus recursos para aquellos que confían en él, quienes dependen de el en su necesidad. ¿Cuáles son sus recursos? Son verdaderas riquezas espirituales: su fortaleza, su poder que obra milagros, su guianza divina, su presencia manifiesta. Cristo estaba advirtiendo a esta iglesia confiada en sí misma: “Te he despojado de todos mis recursos. Pero tu crees que no los necesitas. Estas absolutamente empobrecida, pero no reconoces tu condición.
Imagínate a una congregación que se sienta cómodamente en un servicio de una hora. Estos cristianos escuchan un sermón corto acerca de cómo encarar las presiones de la vida. Luego, salen rápidamente por las puertas de la iglesia. Ellos no sienten ninguna necesidad de quebrantarse ni estar contrito ante Jesús. Ellos no sienten la necesidad de ser conmovidos por un mensaje cortante. No hay un clamor como, “Señor, derríteme, quebrántame. Solo tu puedes satisfacer mi hambre.”
¿Dónde esta el celo que una vez tuvieron? Estos creyentes una vez estuvieron ansiosos por llegar a la iglesia, estuvieron absortos en la Palabra de Dios, dispuestos a poner su corazón desnudo ante la luz escudriñadora del Espíritu. Pero ahora creen que han sobrepasado todo eso. Así que han restringido su cristiandad a los domingos por la mañana. Pero es una religión de tibieza.
Jesús amaba tanto a este pastor laodicense y su congregación, que les dejo saber que iba a traer medidas drásticas. Él les dijo que crearía en ellos una necesidad por sus recursos: “Yo reprendo y castigo a todos los que amo; sé, pues, celoso y arrepiéntete.” (3:19). Su mano amante venia a castigarlos. Y él lo haría creando una necesidad en ellos que los hiciera clamar por su poder y su ayuda.
Amados, Cristo nos esta diciendo las mismas palabras hoy. Él nos esta diciendo como les dijo a los laodicenses: “Esto es acerca de que cenes conmigo. Se trata de contestar la puerta cuando llamo. Y estoy llamándote ahora, que vengas y tengas comunión conmigo. Yo tengo todo lo que necesitas. Y cualquier tiempo de calidad que pases conmigo te da poder de comprador. Así es como obtienes recursos. Tu coinonía conmigo te da lo que necesitas en el ministerio. Todo tiene que salir de nuestro tiempo juntos.”
Esta es la manera como la iglesia de Cristo mantendrá su testimonio en estos últimos días. ¡Amen!