CRISTO ES EL FIN DE LA LEY
”Porque el fin de la ley es Cristo, para justicia a todo aquel que cree” (Romanos 10:4).
Algunas cosas en tu vida tienen que ser llevadas a su fin. Hay pecado, aquellos patrones y hábitos, las luchas y las situaciones problemáticas, todo esto causa que estemos cansados y desgastados y necesitan que se les ponga fin.
El Espíritu Santo ha plantado un hambre en el corazón de cada hombre, mujer, niño y niña en el mundo de hoy -un deseo de vivir rectamente y hacer las cosas bien. Incluso aquellos que no conocen a Jesús, las personas de otras religiones, todos tienen de forma innata dentro de ellos un deseo de vivir la vida bien, de amar a los demás, y hacerlo lo mejor posible.
Debido a la trampa del pecado y de Satanás, muchos no lo logran y su pensamiento se vuelve corrupto. Pero en lo profundo de nosotros, todos queremos la victoria sobre el pecado. Queremos ser limpiados. Cuando hemos invitado a Cristo para que sea el Señor y Salvador de todo lo que somos y de todo lo que pensamos y de todo lo que deseamos, entonces el Espíritu Santo pone en cada uno de nosotros un mayor deseo, una pasión, de ser santos y puros y justos delante Dios.
Esta palabra justicia en Romanos 10:4 significa: Estar en buena relación con Dios; funcionando en el comportamiento correcto, motivos correctos, sano juicio y emociones correctas. Significa tomar las cosas que están mal y fuera de sintonía con Dios y establecer una alineación correcta con los planes, propósitos, voluntad y corazón del Padre. La Biblia llama a esto la búsqueda de la justicia.
Ahora, ¿qué es esta justicia? ¿Es simplemente hacer las cosas correctas? Yo no sugeriría eso, porque muchas personas pueden hacer las cosas correctas por los motivos equivocados. A eso se le llama tener un espíritu religioso y hoy en día ese espíritu mora en muchas personas. Exteriormente funcionan y hacen todas las cosas correctas, pero por dentro están llenos de huesos de muertos.
La esencia de lo que dijo Pablo en Romanos 10:4 es que Cristo ya ha cumplido la finalidad para la que se había dado la ley y, como resultado, todos los que creen en Él son hechos justicia (justos) con Dios.