CRISTO ESTÁ EN NOSOTROS
La senda hacia la esperanza es una de sufrimiento y dolor. Sin importar cuan santo, amoroso o bueno seas, si Cristo está en ti, te convertirás en un participante de Sus sufrimientos.
“Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo” (1 Pedro 4:13, énfasis añadido). Pedro nos lo dice claramente: “Regocíjense en su sufrimiento”. Y Pablo añade: “Nos gloriamos en la esperanza de la gloria de Dios” (Romanos 5:2).
¿Regocijarnos en el sufrimiento? Esta es una de esas frases duras de las Escrituras, de hecho una de las más duras. Pero Pablo va aun más lejos: “Y no sólo esto, sino que también nos gloriamos en las tribulaciones” (Romanos 5:3, énfasis añadido). Aquí, Pablo no se refiere a que debemos dar un grito o hacer una exclamación a pesar de nuestra prueba. En lugar de ello, lo que él está describiendo es el simple hecho de poder ver a Jesús en nuestra prueba. A pesar de nuestros temores humanos muy reales, a pesar de una situación que parece no tener esperanza alguna, podemos decir: “Dios hará un camino”.
Algunos cristianos pueden declarar que el camino de la esperanza es simplemente este: “Mi esperanza reposa en ‘Cristo en vosotros, la esperanza de gloria’” (Colosenses 1:27). Gran verdad. Pero si Cristo está en nosotros, Él nos guiará al camino que Pablo describe. Amado, el Espíritu Santo quiere que nuestra esperanza sea más que una frase teológica. Tiene que ser una esperanza, una confianza que sea firme, con un fundamento seguro debajo de ella. En resumen, nuestra esperanza debe ser “Cristo en nosotros, obrando en nosotros”.