CUANDO DIOS PROVEE
Hay un alivio enorme al vivir bajo la guianza y provisión de Dios. Quita una tremenda preocupación de los hombros. No tengo que preguntar de dónde vendrá mi próxima comida o si voy a tener un lugar donde reclinar mi cabeza. Sé que Dios está en absoluto control y que nunca me ha defraudado.
Al principio de mi ministerio me preocupaba por mis hijos. Sabía que mi pasado me perseguiría, y me preguntaba si la maldición bajo la cual estaban mis padres afectaría a mi familia. Yo sabía que a Satanás no le gustaba la forma en que lo atacaba semana tras semana y cómo lo hacía en su propio terreno. Se burlaba de mí constantemente, y yo sabía que iba a hacer lo mismo con mi esposa e hijos.
Como evangelista pasé mucho tiempo de gira, lejos de casa, y como hombre joven pasaba horas orando que Dios cuidara de mi familia, que los protegiera de los daños que Satanás quería infringirles.
Muchas noches, permanecía despierto en la habitación del hotel orando: “Señor, tú sabes que trato de ser el mejor esposo y padre que puedo ser. Amo a mis hijos y a Gloria más que a mi propia vida. No podría soportar la idea de que les pase algo a ellos. Por favor, cuida de mi familia. Por favor, guarda a sus corazones. Cuida de mis bebés, Jesús”.
Cuando más oraba esa oración, tanto más Dios ponía una sensación de paz en mi espíritu. Me dijo que si me mantenía fiel a su llamado en mi vida, él cuidaría de Gloria y los niños. Él conocía mi corazón. Sabía lo mucho que quería servirle y cuánto me dolía por los perdidos y desamparados del mundo, asi que me comisionó para llegar a ellos en cada oportunidad. Y Él quería que yo lo hiciera libre de preocupación por mi familia.
Fue una de las muchas conversaciones que Dios ha tenido conmigo a través de los años. Prometió cuidar de mi familia, así que los entregué completamente a su cuidado, y siempre ha mantenido su promesa.
Nicky Cruz, evangelista internacionalmente conocido y prolífico autor, se volvió a Jesucristo de una vida de violencia y crimen después de encontrarse con David Wilkerson en la ciudad de Nueva York en 1958 La historia de su dramática conversión fue contada por primera vez en el libro “La Cruz y el Puñal” escrito por David Wilkerson y más tarde en su propio best seller “Corre, Nicky, Corre”.