Cuando Parece que el Favor de Dios está Ausente
Todos quieren sentirse especiales. El mundo lo sabe y las empresas lo aprovechan. Nos ofrecen diferentes niveles de “exclusividad” para hacer negocios con ellos. Los hoteles, aerolíneas y otros servicios promocionan niveles oro, plata y bronce para sus miembros participantes. Cuanto más patrocines su servicio, mayor nivel alcanzarás en su membresía, con todo tipo de descuentos y recompensas. Te hacen sentir especial por elegir su negocio.
Pablo presentó a los filipenses un tipo de favor que Dios ofrece a su pueblo: “Estando persuadido de esto, que el que comenzó en vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo; como me es justo sentir esto de todos vosotros, por cuanto os tengo en el corazón” (Filipenses 1:6-7).
Tú podrías decir: “¡Inscríbeme! Quiero lo mejor de todo lo que Dios tiene para mí”. Sin embargo, el favor del Señor es muy diferente al del mundo, como señala Pablo: “En mis prisiones, y en la defensa y confirmación del evangelio, todos vosotros sois participantes conmigo de la gracia” (1:7).
Pablo fue enviado a la cárcel, encadenado y silenciado. ¿Cómo tiene sentido eso? Él había predicado a miles y había visto a multitudes caer de rodillas clamando por salvación. Se había presentado ante reyes y jueces y había recibido una revelación personal de Jesús. Así es como suena el favor. Entonces, ¿cómo es que descender de todo ello a una celda de prisión se convierte en un favor especial?
Bueno, lo que Pablo describe aquí tiene que ser traducido a través de un corazón espiritual. Él nos está mostrando que es probable que Dios nos lleve a lugares inesperados cuando quiere lograr una obra especial del reino en nuestras vidas.
Las heridas de las personas son reales y cuando sus pruebas empeoran en lugar de mejorar, puede resultar muy confuso. Pero Dios está siempre con sus hijos, caminando al lado de cada uno. No busca quitarnos cosas; busca formas de bendecirnos. Él está allí para nuestro bien, incluso para restaurar lo que se nos ha quitado.