Cuidando tu Vida de Oración
Hemos oído hablar de conspiraciones a lo largo de los años, pero sólo hay una conspiración que concierne a nuestro Padre celestial: una estratagema dirigida directamente a los cristianos que están decididos a entrar en la plenitud de Cristo. Esta conspiración está destinada a frustrar el plan de Dios de levantar un ejército de personas santificadas, hombres y mujeres totalmente dedicados al señorío de Jesús en sus vidas. Digamos que es una conspiración de interrupciones.
El diablo está aterrorizado de los cristianos que tienen hambre y sed de justicia. De hecho, él teme a los santos que oran, más de lo que teme estar mil años encadenado. La poderosa oración de un solo intercesor suena como un trueno furioso en las cavernas del infierno. Es por eso que el diablo trabaja tan duro para distraer e interrumpir a tal seguidor de Cristo.
Una de las tácticas favoritas del enemigo es presentar una necesidad humana que exija nuestra atención. Clamamos: “Señor, ¿cómo puedo alejarme y descuidar a los que están sufriendo?” La respuesta del Señor es: “¿Cómo puedes descuidarme?” Este es el quid del asunto.
¿Puede alguien o algo ser más importante para nosotros que nuestro Señor? ¿Debería alguna necesidad o dolor impedir que nos reunamos con el Señor mismo? Incluso Jesús se apartó de la necesidad humana masiva a su alrededor para poder comunicarse en silencio con su Padre celestial. Llega un momento en la vida de cada cristiano en el que debe decir: “Tú puedes esperar. Yo volveré, pero primero tengo que pasar tiempo en oración. Mi alma tiene hambre y debo alimentarme de la Palabra de Dios. Si no paso tiempo a solas con el Señor, no tendré nada que ofrecerte excepto mi débil compasión humana”.
Para proteger tu tiempo de oración y resistir todas las conspiraciones satánicas, puedes hacer tres cosas:
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Haz de la comunión con el Señor, tu objetivo principal en la vida. Job declaró: “Guardé las palabras de su boca más que mi comida” (Job 23:12).
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Considera tus citas con Dios más sagradas que cualquier cita con personas, ¡sin importar quiénes sean!
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Rechaza toda interrupción que esté dentro de tu capacidad y toma autoridad espiritual sobre esas interrupciones que disciernas como sobrenaturales.
Entra en la plenitud de tu caminar con Cristo, como Dios lo ha planeado para ti.