DALE TUS PREOCUPACIONES AL SEÑOR

David Wilkerson (1931-2011)

Los cristianos creyentes practican todo un catálogo de pecados, pero uno de ellos, la incredulidad, da a luz a todos los demás. No la incredulidad de los agnósticos e inconversos, ¡sino las preocupantes dudas de aquellos que son llamados por su nombre! Aquellos que son sus hijos, los que dicen: “Yo soy de Jesús”, sin embargo, guardan dudas en sus corazones. Esto entristece profundamente a nuestro Padre.

Dios toma muy seriamente el pecado de la incredulidad. De hecho, Judas advirtió a la iglesia con estas palabras: “Quiero recordaros, ya que una vez lo habéis sabido, que el Señor, habiendo salvado al pueblo sacándolo de Egipto, después destruyó a los que no creyeron” (Judas 5).

Judas les está recordando la actitud de Dios hacia la incredulidad. Dios posiblemente no destruya físicamente a su pueblo como lo hizo en el Antiguo Testamento, pero sus juicios por nuestra incredulidad en el presente, son espirituales e igualmente severos.

La incredulidad es tan destructiva hoy como siempre lo fue. Posiblemente no nos convirtamos en un pilar de sal ni la tierra se abra para tragarnos, como aconteció en los días del Antiguo Testamento; pero sí somos tragados por los problemas, el estrés y los problemas en la familia. El fuego no cae sobre nosotros y nos consume, pero nuestra vida espiritual es destruida.

¡Pero anímate! Hay una cura definitiva para la incredulidad y se encuentra en la Palabra de Dios. Un versículo clave se halla en 1 Pedro 5:7: “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros”. Esta es la palabra personal de Dios para ti hoy. Otra escritura edificante es: “Echa sobre Jehová tu carga, y él te sustentará; no dejará para siempre caído al justo” (Salmos 55:22).

Dios nos invita: “No lleves esa carga una hora más. ¡Ponla toda sobre mí! Yo tengo cuidado de todo lo que te está sucediendo y soy lo suficientemente grande como para tomarla toda por ti”. ¡Dale tus problemas y preocupaciones a él y sé un convencido pleno de que él tiene cuidado!