De la Cima de la Montaña al Valle
“Y extendió Moisés su mano sobre el mar, e hizo Jehová que el mar se retirase por recio viento oriental toda aquella noche; y volvió el mar en seco, y las aguas quedaron divididas. Entonces los hijos de Israel entraron por en medio del mar, en seco, teniendo las aguas como muro a su derecha y a su izquierda” (Éxodo 14:21-22).
Esta es una de las mayores manifestaciones de Dios en toda la historia del mundo. Ningún evento registrado por la humanidad ha igualado a éste como una imagen de la gloria de Dios. Intenta imaginarlo: Imponentes muros de agua que crecían minuto a minuto, dividiendo un mar en dos.
Los israelitas cruzaron en tierra seca hasta el otro lado. Una vez que estuvieron a salvo allí, se volvieron para ver a sus opresores egipcios aplastados por las imponentes olas que se estrellaban contra ellos. Dios había entregado milagrosamente a su pueblo a la victoria; y ahora danzaban de gozo y gritaban de alabanza.
“Entonces cantó Moisés y los hijos de Israel este cántico a Jehová, y dijeron: Cantaré yo a Jehová, porque se ha magnificado grandemente… Jehová es mi fortaleza y mi cántico, y ha sido mi salvación. Este es mi Dios, y lo alabaré; Dios de mi padre, y lo enalteceré” (15:1-2).
Entonces, ¿qué vendría después a Israel? Increíblemente, tres días después de su asombrosa victoria, ellos estaban completamente desanimados. Tenían sed de agua en el desierto y Dios los había llevado al estanque de Mara. ¡Pero el agua estaba amarga! “Y llegaron a Mara, y no pudieron beber las aguas de Mara, porque eran amargas” (15:23). Y cuando la gente escupió el agua de la boca, su fe se hizo añicos. En solo tres días, habían pasado de la mayor victoria en la cima de una montaña de todos los tiempos al valle más bajo de la desesperación.
¿Qué estaba pasando? En el Mar Rojo y en el estanque de Mara, Dios estaba probando a su pueblo: “Allí los probó” (15:25). En pocas palabras, Dios estaba con su pueblo en sus alturas espirituales, sin embargo, él estaba con ellos también en su momento bajo. Sólo tenían que seguir al Señor hasta que finalmente llegaran a la Tierra Prometida.
Dios te está diciendo en tus períodos de sequía: “¡Quiero que aprendas a seguir adelante en fe porque yo te estoy llevando a alguna parte!”