Defendido y Librado
En el Antiguo Testamento, leemos la historia de Ezequías, rey de Judá, quien recibió una carta del diablo. Senaquerib, rey de Asiria, la firmó, pero venía directamente del infierno. Senaquerib significa “hombre de pecado” y él representa a Satanás, el dios de este mundo.
En contraste, Ezequías era un hombre piadoso; “En Jehová Dios de Israel puso [Ezequías] su esperanza… Y Jehová estaba con él; y adondequiera que salía, prosperaba. El se rebeló contra el rey de Asiria, y no le sirvió” (2 Reyes 18:5, 7). El “hombre de pecado” estaba dispuesto a destruir a Ezequías porque éste no quería servirle, y justamente esa es la razón por la cual Satanás te atacará. Cuando pones tu vida totalmente en manos del Señor, ¡ten cuidado!
¿Estás en un desastre en este momento, en problemas verdaderamente profundos? ¿Te ha dicho el diablo que Dios no te va a rescatar, que tu fe es demasiado débil o demasiado pequeña y major te fuera estar muerto? Escuchas al diablo riendo: “A pesar de todo tu amor por Jesús, a pesar de hacer lo correcto y confiar en Dios, estás destinado a fracasar”.
El truco más astuto del diablo es hacerte creer que Dios te ha abandonado y te ha entregado a los problemas y a las penas. Él quiere que pienses que todos tus problemas son el resultado del castigo de Dios por tus pecados pasados, ¡pero no lo creas! Satanás quiere destruirte, pero nuestro Señor es un libertador, una fortaleza. Isaías dice que él ha sido enviado “a ordenar que a los afligidos de Sion se les dé gloria en lugar de ceniza, óleo de gozo en lugar de luto, manto de alegría en lugar del espíritu angustiado; y serán llamados árboles de justicia, plantío de Jehová, para gloria suya” (Isaías 61:3).
¡No vas a caer! Simplemente estás bajo ataque y estás siendo bombardeado por las mentiras del enemigo porque has puesto tu corazón en confiar en el Señor. Satanás quiere destruir tu fe en Dios. Pero el Señor está listo para defenderte y librarte. Deja que esto se hunda profundamente en tu corazón. “El ángel de Jehová acampa alrededor de los que le temen, y los defiende” (Salmos 34:7).