Deleitándonos en Dios
La oración que agrada a Dios es muy simple y fácil de entender. Los discípulos le dijeron a Jesús: "Señor, enséñanos a orar" (Lucas 11:1). Esta petición refleja un sincero deseo de aprender a orar de una manera que sea agradable al Señor.
Muchos cristianos oran sólo por un sentido de obligación, pero la oración no es para nuestro propio bienestar o alivio, es para el deleite de nuestro Señor. Dios le dice a sus discípulos: “Y orando, no uséis vanas repeticiones, como los gentiles… No os hagáis, pues, semejantes a ellos; porque vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le pidáis” (Mateo 6:7-8). En otras palabras, "Cuando vengas a mi presencia, concentra tu atención en la comunión conmigo, en conocerme".
Pasamos demasiado tiempo de oración pidiéndole a Dios un mejor trabajo, un bono, comida, ropa y otras necesidades. Pero nuestro Padre ya ha provisto para nuestras necesidades diarias: “No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir” (Mateo 6:25).
La Biblia dice: “Deléitate asimismo en Jehová, y él te concederá las peticiones de tu corazón” (Salmos 37:4). Deleitarse en el Señor no significa simplemente ser feliz en su presencia; también significa poder decir: "Anhelo estar con él porque todos los demás me dejan vacío e insatisfecho. Solo Jesús puede tocar mis necesidades más profundas".
Venir al Señor con deleite no significa que no podamos acudir a él en momentos de tristeza y dolor. Durante esos momentos preferimos estar con él sobre todos los demás. Fuimos creados para tener comunión con él, incluso en nuestros tiempos más pesados.
¿Te encanta estar con él? ¿Lo prefieres a él sobre todos los demás? Pídele a Dios que ponga en ti un corazón que sea fácilmente atraído por su presencia. Y luego escucha atentamente a su Espíritu Santo durante tus tiempos de comunión con él. Él te revelará su Palabra de nuevas maneras mientras te enseña a orar.