DESCANSANDO EN JESÚS EN TIEMPOS PELIGROSOS
Durante años, he venido fielmente advirtiendo sobre un holocausto financiero mundial. Ahora mismo, estamos viendo esto suceder en todo el mundo. Advertí que los cristianos iban a sufrir, que iba a haber gran pérdida y mucha dificultad, y esto ya está sucediendo. Multitudes de santos preciosos por todo el mundo están ahora pasando por gran estrés económico y mental.
Por más horribles que se vean estas cosas, ninguna de ellas debiera ser el enfoque de nuestras energías y ministerio. Por el contrario, debemos seguir proclamando el amor de Dios Padre y la tierna misericordia para con nosotros, de Jesús, nuestro Salvador.
Conozco el estilo de vida norteamericano, de hecho, el estilo de vida de todos los países prósperos está a punto de cambiar permanentemente. Sé que todo está sacudiéndose y temblando. Pero, cuando me levanto en la mañana, no me preocupo respecto a: “¿Qué comeremos? ¿Qué vestiremos? ¿Qué acerca del gas, la luz y la seguridad?” Jesús nos advirtió que no lo hagamos.
Más bien, cuando voy a la cama en la noche, descanso en el amor de mi Padre. El hecho es que yo sé que yo no soy Dios y que sólo Él está en control de todas estas cosas. Simplemente hago lo que el profeta Isaías hizo: Puso su mente en reposo al confiar plenamente en su Señor. Este profeta declaró a los creyentes de todas las edades: “Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3). Dios no puede mentir.
La Escritura dice claramente que debemos ser avisados y advertidos por los mensajes proféticos dados por los atalayas de Dios. Así también, debemos prestar oído a todo mensaje profético revelado y confirmado en la Escritura. En resumen, debemos reunir todo el conocimiento posible sobre las tormentas venideras, para poder preparar nuestros corazones para cualquier cosa que vayamos a enfrentar.
Pero no debemos dejar que el temor o la ansiedad consuma nuestros pensamientos, domine nuestras mentes, o tome el control de nuestros corazones. Las tinieblas, ciertamente están llegando y el juicio está a las puertas. Pero como pueblo de Dios, no podemos permitir que ninguna nube de tinieblas oculte la gran luz de sus promesas de amor y misericordia para con su pueblo. Debemos estar bien informados por la Palabra de Dios y sus profetas, pero no debemos morar en el conocimiento profético tanto que tome el control de nuestras vidas.
Al diablo le encantaría que esto suceda. Él sabe que no puede hacernos dudar de la Palabra de Dios respecto al juicio, así que intenta llevarnos al otro extremo y conducirnos a un temor obsesivo por los tiempos peligrosos.
Dicho de una manera simple, Satanás quiere robarle toda esperanza, al consumirlo con pensamientos de presagios. Pero usted no podrá descifrar el futuro preocupándose por éste. En realidad, usted puede terminar atrapado y sometido al miedo y a la obsesión por los eventos aterradores.
El apóstol Pablo, nos confirma con la siguiente instrucción: “Por lo demás, hermanos, todo lo que es verdadero, todo lo honesto, todo lo justo, todo lo puro, todo lo amable, todo lo que es de buen nombre; si hay virtud alguna, si algo digno de alabanza, en esto pensad” (Filipenses 4:8, itálicas mías).
En otras palabras: “Ustedes han oído todas las advertencias. Ahora, oigan lo que la Palabra de Dios revela y oigan lo que sus atalayas están diciendo. Y finalmente, fijen sus pensamientos en Jesús y en su bondad”.
En un tiempo en el que grandes juicios estaban cayendo sobre toda la nación, Isaías declaró tener una doble porción de paz.
El mismo panorama maravilloso que tuvo Isaías durante los tiempos peligrosos de sus días, está disponible también para nosotros hoy. La promesa de descanso es aplicable “a aquel cuyo pensamiento en ti persevera”.
Isaías fue sobrecogido por lo que vio acontecer en el mundo que le rodeaba. Pero la Escritura revela que él gozaba de gran paz. ¿Cómo es que pudo ingresar a tal lugar de paz, con todo lo que veían sus ojos? Hubo dos razones para ello:
Primero, mientras llegaban los juicios para golpear a las naciones, Isaías estaba en constante comunión con Dios en oración. “También en el camino de tus juicios, oh Jehová, te hemos esperado; tu nombre y tu memoria son el deseo de nuestra alma” (Isaías 26:8). Isaías estaba preparado para todo, porque él ya estaba “orando sin cesar”.
Debo preguntarle: Cuando golpee la tormenta, ¿irá usted al Señor en oración, tal como lo hizo Isaías? Si es así, entonces usted está obteniendo fuerzas, porque su mente está fijándose en el amor de su soberano Padre celestial, y Él está continuamente revelándole a usted su poder y dándole ánimo de que usted llegará a la meta.
No es voluntad de Dios que sus hijos enfrenten los tiempos peligrosos que están delante, paralizados de miedo.
El Señor no desea que las profecías y advertencias bíblicas nos asusten. Por el contrario, vemos acá que el corazón de Jesús declara con total claridad sobre este asunto: “La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
En el evangelio según Mateo, Jesús profetizó sobre eventos mundiales venideros que sonaban aterradores. Habló de guerras, pestes y terremotos en varios lugares. Y advirtió a sus oidores: “Van a ser afligidos, y a algunos de ustedes incluso matarán. La iniquidad abundará. Los falsos profetas y los mesías se levantarán engañando a muchos”.
Más adelante en Mateo, Jesús explica sus razones de haber advertido sobre tales sucesos catastróficos. Él dice que nos dijo estas cosas para que creamos en Él cuando veamos que estas cosas sucedan.
Jesús no trataba de poner sobre nosotros una carga de miedo. Más bien, Él simplemente, no quiere que seamos sorprendidos cuando horribles tempestades nos golpeen. Él no quiere que naufrague nuestra fe cuando enfrentemos de pronto, un sufrimiento increíble. Más que nada, Él quiere que creamos que hay un Señor, por encima de todas estas horrendas cosas, un Padre que es suficientemente amoroso, como para advertirnos al respecto y guardarnos en medio de éstas.
Isaías predicó esperanza en tiempos peligrosos
Isaías estaba mirando más allá de todas las cosas que sucedían, hacia una visión más grande, que Dios le había dado. En esta visión, Isaías vio al Señor viniendo a enjugar las lágrimas de sus hijos, quitar sus cargas y librarlos de toda culpa y temor:
“Y se dirá en aquel día: He aquí, éste es nuestro Dios, le hemos esperado, y nos salvará; éste es Jehová a quien hemos esperado, nos gozaremos y nos alegraremos en su salvación…Destruirá a la muerte para siempre, y enjugará Jehová el Señor toda lágrima de todos los rostros; y quitará la afrenta de su pueblo de toda la tierra; porque Jehová lo ha dicho” (Isaías 25:9, 8).
Acá vemos la segunda razón por la que Isaías había llegado a un lugar de paz a pesar de toda la turbulencia que le rodeaba. Él nos está diciendo, de hecho, está diciendo a los creyentes de toda edad: “Ustedes, que viven en los últimos días, pueden también tener esta doble porción de paz. Abandónense a ustedes mismos para simplemente confiar en el Señor, su Roca”.
“Confiad en Jehová perpetuamente, porque en Jehová el Señor está la fortaleza de los siglos [de usted]” (Isaías 26:4). “He aquí Dios es salvación mía; me aseguraré y no temeré; porque mi fortaleza y mi canción es JAH Jehová, quien ha sido salvación para mí” (Isaías 12:2).
Dios sí tiene una Palabra de esperanza para esta hora.
Durante muchos meses, escudriñé y estudié las Escrituras, pidiéndole al Señor que me dé un mensaje de esperanza y aliento para estos tiempos duros. Mi espíritu clamó: “Señor, por favor habla una Palabra a mi corazón para tus hijos, pues sólo tú tienes palabras de vida eterna. Sólo tú puedes darnos una Palabra de consuelo en tales tiempos”.
El Espíritu Santo respondió mi oración, hablando a mi corazón, lo siguiente: “Yo te daré una sola promesa de mi Palabra. Y si tú confías tu vida entera a ella, esta Palabra te guardará durante todos los tiempos peligrosos”.
Amados, yo sé que si nos asimos especialmente de este versículo, creyendo plenamente en él, éste será una poderosa fuente de fe diaria. Esta es la promesa que el Espíritu me mostró:
“VUESTRO PADRE SABE DE QUÉ COSAS TENÉIS NECESIDAD, ANTES QUE VOSOTROS LE PIDÁIS” (Mateo 6:8).
En Lucas 12, Jesús enumera las necesidades que Él dice que nuestro Padre celestial sabe que tenemos. Estas necesidades son, en resumen, comida, bebida y vestido. “Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis… Y si así viste Dios la hierba que hoy está en el campo, y mañana es echada al horno, ¿cuánto más a vosotros, hombres de poca fe?” (Lucas 12:22, 28).
Jesús habla de la hierba que hoy es abundante y está verde pero mañana es eliminada. Él quiere que recordemos que Él le dio vida y cuidado. No nos atrevamos a pensar que Él se preocupa menos por nuestras necesidades, que por la hierba. Él conoce perfectamente bien lo que necesitamos, sea comida, dinero o ropa.
Jesús añadió: “Todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que tenéis necesidad de estas cosas” (Lucas 12:30). Otra vez, Cristo nos recuerda: “Esto es todo lo que deben saber: Vuestro Padre celestial sabe cuáles son vuestras necesidades. Él ya las ha enumerado”.
Ahora éste es mi tema: DIOS LO SABE, Y ESO ES TODO LO QUE IMPORTA.
Dios nunca abandonará a su “manada pequeña”.
Jesús promete: “Mas buscad el reino de Dios, y todas estas cosas os serán añadidas. No temáis, manada pequeña” (Lucas 12:31-32). Si nosotros simplemente confiáramos en Él, nuestro Señor nos bendeciría con todo lo que necesitamos.
Si usted está preocupado por el bienestar de su familia en los días venideros, le tengo buenas noticias: Sus hijos son hijos de Dios. Y Él se preocupa por sus seres queridos más que usted. Jesús sabe exactamente lo que ustedes necesitan para sobrevivir.
ÉL SABE SOBRE SU NECESIDAD DE TENER UN TECHO SOBRE SU CABEZA. ÉL CONOCE EXACTAMENTE CUÁNTO DEBE PAGAR DE ALQUILER E HIPOTECA CADA MES. ÉL SABE CUÁNTAS BOCAS DEBE ALIMENTAR Y CUÁNTA COMIDA HAY EN SU ALACENA. USTED PUEDE CONFIAR PLENAMENTE QUE ÉL SUPLIRÁ TODAS SUS NECESIDADES, PORQUE ÉL HA PROMETIDO QUE LO HARÁ.
Trágicamente, mucha gente se llenará de amargura en los días venideros porque Dios no va a responder sus oraciones de proteger su estilo de vida presente. Muchos, no han conocido jamás el tipo de sufrimiento que ahora enfrentamos.
Pero el Señor dice tanto a los ricos como a los pobres: “No se inquieten por sus posesiones terrenales. Denme tiempo de calidad y confíen en mí. Cuidaré de todas sus necesidades futuras. Serán provistos de todas sus necesidades esenciales para lograrlo”.
Hay una lección que todo creyente debe aprender y practicar.
En este momento, los eventos mundiales se mueven tan rápidamente que nadie puede seguirle el paso. Incluso, mientras escribo estas palabras, la Bolsa de Valores de los Estados Unidos ha perdido billones. Las implicaciones de tales cosas son demasiado profundas y complejas de entender.
Nuestra fe está anclada en esto: NUESTRO PADRE CELESTIAL NOS CONOCE. ÉL SABE EXACTAMENTE QUÉ Y CUÁNDO LO NECESITAMOS. Y EL SOLO HECHO DE QUE ÉL LO SEPA, ES PRUEBA SUFICIENTE DE QUE ESTAMOS BAJO SU CUIDADO. ÉL SE DELEITA EN NOSOTROS Y NOSOTROS ESTAMOS ESCONDIDOS EN SU REGAZO, SEGUROS Y FIRMES.
Daniel dijo del Señor: “Conoce lo que está en tinieblas, y con él mora la luz” (Daniel 2:22). Dios conoce todo con respecto a los oscuros días que vendrán. Y sabe que ni siquiera esta oscuridad puede opacar su rostro de nosotros.
De hecho, nuestro camino de escape en medio de los tiempos difíciles será hallado sólo confiando en el Señor. Él nos llama hoy, a tener una simple confianza de niño, en su fidelidad.
Mantengamos, todos nosotros, los ojos en Jesús. Confiemos en su gran amor y cuidado para con nosotros. “Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).