DESCUIDANDO EL BUEN DON DE DIOS
Tu cuerpo es el templo del Espíritu Santo y desde su santuario dentro de tu corazón, él sopla su influencia sobre todas tus emociones, atrayéndote, animándote, consolándote, convenciéndote de pecado, dirigiéndote, enseñándote, reprendiéndote, manifestando la realidad de Cristo. ¡Qué regalo tan maravilloso!
Lamentablemente, muchos descuidamos este maravilloso don dentro de nosotros. Y algunos, incluso, ignoran por completo al Espíritu de Dios, siguiendo con sus vidas cotidianas como si él no habitara en ellos.
Amados, el don del Espíritu Santo dentro de nosotros nos provee de todo el poder, recursos, esperanza, gracia y paz que podamos necesitar. ¡Y aun así lo sometemos al espantoso abuso de descuidarlo! Sí, llevar cargas innecesarias, caminar angustiado frente a un mundo perverso y vivir como si Dios estuviera muerto, es un abuso contra el Espíritu.
Debemos ser testimonio a aquellos que nos rodean y si tú no acudes al Señor con tus preguntas y cargas, entonces el mundo tendrá todo el derecho de preguntarte: “¿Dónde está tu Dios? ¿Dónde está el Cristo del que tanto hablas?”
Todos deberíamos ser un testimonio visible de la presencia del Espíritu Santo en nuestras vidas. Esta generación perdida, quebranta y confundida necesita vernos y oírnos proclamar: “¡Mi alma está en reposo, mi mente en paz porque el Espíritu de Dios mismo mora en mí! Él me está guiando y consolando a mi alma atribulada. No le temo a ningún mal porque duermo y luego me despierto con el poder salvador del Espíritu Santo, ¡quién vive en mí!”
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7). ¡Una cosa es citar este versículo y otra creerlo! Deja que el Espíritu Santo dentro de ti traiga una revelación de la verdad de su Palabra. Él te revelará el secreto de su presencia y tú andarás en una gloriosa libertad.