DETENIENDO AL DIABLO EN LA PUERTA DE TU CORAZÓN
Una de las grandes tragedias de la Iglesia en esta generación; y una de las mayores aflicciones de Dios, es que haya tantos cristianos que no son verdaderamente felices. Ellos aparentan bien, cantando, aplaudiendo, sonriendo y alabando. Pero rascando justo debajo de la superficie hay soledad y profunda miseria.
Estos cristianos están calientes, luego repentinamente fríos. No pueden sobrellevar el miedo, y la depresión corre sobre ellos como una aplanadora. Una semana están por los cielos, la siguiente, por el suelo. Muchas veces sus matrimonios siguen ese patrón también. Un día todo está bien entre el marido y la mujer; y al día siguiente son miserables. Algunos días ni siquiera se pueden hablar. Ellos explican: “Bueno, así es como se supone que es el matrimonio. No puedes esperar estar feliz y amar todo el tiempo”.
Los creyentes atrapados en este ciclo de altibajos deben prestar atención a las palabras de Pablo a Timoteo. Él alentó al joven a ayudar a otros a recuperar el sentido y “escapen del lazo del diablo, en que están cautivos a voluntad de él” (2 Timoteo 2:26). Esto describe a muchos creyentes perfectamente: Porque le dan acceso, Satanás se mueve dentro y fuera de sus vidas a su propia voluntad. Ellos no ejercen autoridad alguna para detener al diablo en la puerta de su corazón y él hace alarde de su control sobre ellos. “No tienes poder de Cristo en ti para detenerme”, dice Satanás. “Eres mi cautivo y harás lo que yo quiera”.
¡Esta falta de victoria en Cristo es espantosa! Jesús no murió para que continúes viviendo bajo el poder de Satanás después de haberle entregado tu corazón. Ten cuidado de no quedar atrapado en esta trampa. En lugar de ello, decide en tu corazón caminar firmemente con Dios y confesar sus promesas. Toma la determinación de buscarlo con todas tus fuerzas y él llenará tu corazón con un gozo verdadero y duradero.