¡No te Demores!
Negarnos a arrepentirnos en áreas por las que Dios nos trae convicción de pecado nunca es bueno. La mayoría de nosotros estaríamos de acuerdo en eso. Sin embargo, creo que muchos de nosotros creemos que está bien pensar en el arrepentimiento antes de someternos a la convicción del Espíritu. Lo que realmente estamos haciendo es retrasar nuestro arrepentimiento, y eso a veces puede tener una apariencia espiritual, pero es tan venenoso para nuestra relación con Dios como negarnos rotundamente a alejarnos del pecado.
Probablemente todos conocemos la historia de Jonás. Dios le dio órdenes específicas; en lugar de obedecer, él comenzó a huir al extremo del mundo civilizado conocido. Dios envió una tormenta, y en lugar de arrepentirse, Jonás les dijo a los marineros que sufrían por su demora en la desobediencia: “Tomadme y echadme al mar, y el mar se os aquietará; porque yo sé que por mi causa ha venido esta gran tempestad sobre vosotros” (Jonás 1:12).
Casi suena piadoso y abnegado. En realidad, él seguía posponiendo su arrepentimiento. No es hasta que estuvo en el vientre del gran pez que finalmente vemos a Jonás ceder e inclinarse ante la voluntad de Dios.
Jonás fue a Nínive y predicó probablemente el sermón más corto de la Biblia sobre el juicio de Dios. Todo el pueblo se arrepintió inmediatamente y comenzó a ayunar cuando se les dijo que eran objeto de la ira de Dios. Entonces el rey declaró: “Cúbranse de cilicio hombres y animales, y clamen a Dios fuertemente; y conviértase cada uno de su mal camino, de la rapiña que hay en sus manos” (Jonás 3:8), pero sabemos que el pueblo de Nínive ya se estaba arrepintiendo porque le creyeron a Jonás, no porque el rey lo ordenara.
Jesús dijo a los líderes religiosos de su época: “Los hombres de Nínive se levantarán en el juicio con esta generación, y la condenarán; porque ellos se arrepintieron a la predicación de Jonás, y he aquí más que Jonás en este lugar” (Mateo 12:41). Dios siempre nos da un mensaje de convicción para poder traer restauración, pero debemos elegir obedecer. Desobedecer o incluso retrasar no es una elección neutral; inmediatamente nos aleja de Dios. Él está buscando que nos arrepintamos rápidamente para poder restaurarnos a una relación correcta con él.