¡Pasa Tiempo con Dios!
Somos lo que comemos. Es cierto. Jesús dijo que su carne es nuestra carne [alimento]: “Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros” (Juan 6:53).
Las personas que relegan este comer del Señor solo a la mesa de la comunión no entienden lo que Jesús quiso decir. La Cena del Señor no es solo simbólica. Es un recordatorio para nosotros de que él se convirtió en nuestra fuente de vida a través de la muerte. Debemos venir diariamente para comer y beber de él.
Cuando las ovejas no son alimentadas, se vuelven esqueléticas y débiles, convirtiéndose en presa fácil para el enemigo. Sin embargo, veo un remanente de personas que emergen en la tierra, que son fuertes y robustas porque conocen el corazón de Dios. Están rebosantes de vida porque han estado en la presencia del Señor tantas veces.
¡Dios ha provisto una manera de hacer que cada hijo suyo sea lo suficientemente fuerte para resistir al enemigo! Esta fuerza proviene de comer el pan de Dios enviado del cielo. Nuestra salud espiritual depende de esto. Escucha las palabras de Jesús: “Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí” (Juan 6:57). Jesús estaba en tal unión con el Padre que las palabras del Padre se convirtieron en su comida y bebida, el resultado de pasar mucho tiempo a solas con él.
Jesús dijo una vez a sus discípulos: “Yo tengo una comida que comer, que vosotros no sabéis. Mi comida es que haga la voluntad del que me envió, y que acabe su obra” (Juan 4:32, 34). Además, dijo: “Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece” (Juan 6:27a).
¡No nos atrevamos a perdernos este secreto de fuerza! Nuestro sustento viene del Señor. Quédate a solas con él y pasa tiempo de calidad en su presencia. Él quiere alimentar tu alma hambrienta y guiarte a través de estos tiempos peligrosos. Dios siempre se manifestará cuando lo busques de todo corazón.