¿Cómo Vencer la Tentación?

David Wilkerson (1931-2011)

El poder para no ceder a la tentación no proviene de llenar nuestras mentes con versículos de las Escrituras, hacer votos, pasar horas en oración, ayunar o incluso entregarnos a una gran causa espiritual. Todas estas cosas son encomiables y normales para el crecimiento cristiano, pero no es ahí donde radica nuestra victoria.

El simple secreto de soportar cualquier tentación es romper el temor al poder de Satanás. El temor es el único poder que Satanás tiene sobre el hombre. Dios no nos da el espíritu de temor, pero el hombre tiene temor del diablo, temor de los demonios. Tenemos temor al fracaso, temor de que nuestros apetitos y hábitos no puedan ser alterados, que estallen y controlen nuestras vidas.

El hombre tiene temor de no poder abandonar su pecado. Le atribuye a Satanás un poder que no tiene. El hombre clama: “Estoy enganchado y no puedo parar. Estoy hechizado y bajo el poder del diablo. ¡El diablo me obliga a hacerlo!”

El temor es un tormento. Mientras temas al diablo, nunca podrás romper el poder de la tentación. Satanás prospera con el temor y los cristianos que temen al diablo tienen poco o ningún poder para resistir. Todo se basa en la mentira de que Satanás tiene poder para quebrantar a los cristianos bajo presión. ¡No es así! Jesús vino a destruir todo el poder del diablo sobre los hijos de Dios lavados con sangre. A menudo me he preguntado por qué Dios permite que las personas espirituales sean tan tentadas. La Escritura dice: “Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar” (1 Corintios 10:13). ¿Por qué no, en lugar de ello, elimina Dios todas las tentaciones?

La respuesta es simple. Una vez que aprendes cuán impotente es Satanás, que no puede obligarte a hacer nada, que Dios tiene todo el poder para evitar que caigas, a partir de ese momento, puedes “soportar” cualquier cosa que Satanás te arroje. Puedes atravesarlo sin temor a caer.

No somos librados de la tentación sino del temor del diablo para hacernos ceder a él. Seguiremos siendo tentados hasta que lleguemos al lugar de “reposo” en nuestra fe. Ese reposo es la confianza inquebrantable de que Dios ha vencido a Satanás, que Satanás no tiene ningún derecho ni parte sobre nosotros y que saldremos como oro refinado en fuego.