¿Caminando hacia la Derecha o hacia la Izquierda?
En la época de Jesús, la gente viajaba una vez al año al Templo. Los rabinos nos cuentan que esas personas observaban un cierto ritual de peregrinación en el enorme patio del Templo. Cuando subían todos los escalones hasta la entrada del patio interior del Templo, un sacerdote en la parte superior les decía: “Vayan a la derecha y caminen por el patio de esa manera para adorar y alabar al Señor, pero si están afligidos o se sienten destrozados, vayan a la izquierda”.
Así, todos los que se sentían victoriosos y animados, o tal vez fingían, iban hacia la derecha. Todos los que estaban dolidos y destrozados iban hacia la izquierda, y la tradición nos dice que los que optaban por caminar por los patios de la izquierda eran siempre menos numerosos.
A veces, las personas que caminaban hacia la derecha veían a otras personas que caminaban en la dirección opuesta y se separaban de la multitud y se detenían para preguntarle a una persona que caminaba en sentido contrario: “Dime qué te duele. Déjame compartir tu dolor”.
Separarse de la multitud y ayudar a otra persona no es algo fácil de hacer. La mayoría de nosotros no queremos meternos con gente que está en problemas. Tendemos a pensar: “Tengo mi profesión, mi linda casa, mi familia feliz y toda esta gente está yendo por el camino equivocado”. Queremos permanecer en la multitud que nos anima, pero la Biblia nos muestra que Jesús fue una de esas personas que se aparta de la multitud para hablar con los quebrantados, los afligidos.
Hoy, ¿necesitas ir hacia la izquierda? Tienes el consuelo de saber que Jesús te va a encontrar, especialmente si te sientes el único que está de duelo o sientes que todos a tu alrededor están celebrando y triunfando. “Bienaventurados los pobres en espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. Bienaventurados los que lloran, porque ellos recibirán consolación” (Mateo 5:3-4).
¿Eres de los que puede ir con confianza hacia la derecha? ¡Alabado sea Dios! Sin embargo, pregúntale a quién quiere que tú detengas y consueles. Mantén los ojos abiertos para aquellos que se han visto obligados por la vida a caminar en sentido contrario.