¿Cuánto de Dios Quieres?
Rendirse. ¿Qué te dice esta palabra? En términos literales, rendirse significa “entregar algo a otra persona”. También significa renunciar a algo que se te ha concedido. Esto podría incluir tus posesiones, poder, objetivos o incluso tu vida. Los cristianos de hoy escuchan mucho acerca de la vida rendida, pero ¿qué significa exactamente?
Jesús vivió una vida perfectamente rendida: “Porque he descendido del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la voluntad del que me envió” (Juan 6:38) y “Pero yo no busco mi gloria; hay quien la busca, y juzga” (Juan 8:50). Cristo nunca hizo nada por su cuenta. No hizo ningún movimiento ni pronunció palabra sin ser instruido por el Padre. “Nada hago por mí mismo, sino que según me enseñó el Padre, así hablo…. no me ha dejado solo el Padre, porque yo hago siempre lo que le agrada” (8:28–29).
La rendición total de Jesús al Padre es un ejemplo de cómo debemos vivir todos. Puedes tratar de excusarte diciendo: “Jesús era Dios en la carne”, pero la vida entregada no se le impone a nadie, incluido Jesús. “Por eso me ama el Padre, porque yo pongo mi vida, para volverla a tomar. Nadie me la quita, sino que yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para volverla a tomar” (Juan 10:17–18).
Jesús nos estaba diciendo: “No se equivoquen. Mi Padre me dio la opción de dejar pasar esta copa y evitar la cruz, pero elegí hacerlo por amor y entrega total a él”.
Nuestro Padre celestial nos ha dado a todos este mismo derecho: el privilegio de elegir una vida rendida. Nadie está obligado a entregar su vida a Dios. Él nos ofrece gratuitamente una Tierra Prometida llena de leche, miel y frutos; pero podemos optar por no entrar.
Cuando nos presentemos ante Dios en el juicio, no seremos juzgados por nuestros ministerios, logros o número de convertidos. Habrá una medida de éxito en ese día: ¿Se entregaron completamente nuestros corazones a Dios? ¿Sucumbimos a la presión de los compañeros y seguimos a la multitud, o solo lo buscamos para recibir dirección? La verdad es que podemos tener tanto de Cristo como queramos.