¿Cuánto te Puedes Acercar?
Una de las primeras cartas a la iglesia fue de los apóstoles a los nuevos creyentes gentiles y, en ella, los autores decían: “Ha parecido bien al Espíritu Santo, y a nosotros, no imponeros ninguna carga más que estas cosas necesarias: que os abstengáis de lo sacrificado a ídolos, de sangre, de ahogado y de fornicación” (Hechos 15:28-29).
En lugar de abrumar a los nuevos creyentes con reglas interminables como las que tenían los judíos, Pablo simplemente ordenó: “¿No sabéis que los que corren en el estadio, todos a la verdad corren, pero uno solo se lleva el premio? Corred de tal manera que lo obtengáis. Todo aquel que lucha, de todo se abstiene; ellos, a la verdad, para recibir una corona corruptible, pero nosotros, una incorruptible. Así que, yo de esta manera corro, no como a la ventura; de esta manera peleo, no como quien golpea el aire, sino que golpeo mi cuerpo, y lo pongo en servidumbre, no sea que habiendo sido heraldo para otros, yo mismo venga a ser eliminado” (1 Corintios 9:24-27).
Fue la inspiración del Espíritu Santo hablando a través de ellos, diciendo: “Vamos, iglesia. Ya sea que haya una ley específica al respecto o no, no se metan en cosas si no están seguros de sus principios bíblicos".
Cuando era pastor de jóvenes, los chicos venían y siempre me hacían una pregunta así: “¿Hasta dónde puedo llegar en las cosas del mundo y seguir siendo cristiano? Es decir, sé que no puedo tener relaciones sexuales, pero ¿puedo hacer esto?" Para los adultos, a menudo son preguntas como: "Sé que no puedo emborracharme, pero ¿tres cervezas cuentan como borrachera? ¿Y dos cervezas? ¿Cuánto puedo acercarme al mundo?"
¡Eso es totalmente lo opuesto a lo que el Espíritu Santo está llamando a su iglesia! Deberíamos estar diciendo: “¿Cuánto me puedo acercar a Jesús? ¿Qué puedo soltar para acercarme más? Si hay algún vínculo anterior en mi vida que tenga la sensación de incursionar en mi pasada manera de vivir, ¿cuánto me puedo apartar de esto?"
En la iglesia, debemos oír la Palabra del Señor y decirnos a nosotros mismos: “Yo quiero ser circuncidado de corazón. Quiero ser puro en mi conciencia. Quiero obedecer la Palabra del Señor. No me detendré ante nada para ganar el premio de esta carrera que estoy corriendo“.