¿Estás Tentando a Dios?
Mientras Jesús estaba de pie en el punto más alto del templo, Satanás le susurró: “Adelante. ¡Salta! Si realmente eres hijo de Dios, él te salvará”.
“Entonces el diablo le llevó a la santa ciudad, y le puso sobre el pináculo del templo, y le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti, y, en sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra” (Mateo 4:5-6).
¿Ves la astucia de Satanás en esto? Él aisló una sola promesa de las Escrituras, y tentó a Jesús a poner toda su vida en ella. Él estaba sugiriendo: “Tú dices que Dios está contigo. Bueno, muéstrame la prueba. Tu Padre ya me ha permitido acosarte. ¿Dónde estaba su presencia en ese momento? Puedes probar que él está contigo ahora mismo al saltar. Si Dios está contigo, tendrás un aterrizaje suave, entonces puedes basar tu confianza en eso. Si no, es mejor que mueras en lugar de seguir preguntándote si estás solo. Tú necesitas un milagro para demostrar que el Padre está contigo”.
¿Cómo respondió Jesús? “Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4:7). ¿Qué quiere decir exactamente Jesús aquí con ‘tentar a Dios’?
El antiguo Israel es un ejemplo. Diez veces el Señor se ha mostrado fiel a los israelitas. El pueblo de Dios recibió una prueba visible de que su Señor estaba con ellos. A pesar de esto, el pueblo siempre hacía la misma pregunta: “¿Está Dios entre nosotros o no?” Dios llama a esto “tentarlo”. Jesús usa esta misma frase, “tentar a Dios”, en su respuesta a Satanás. ¿Qué nos dice esto? Nos muestra que es un pecado grave dudar de la presencia de Dios; no debemos cuestionar si él está con nosotros.
Al igual que con Israel, Dios ya nos ha dado un cuerpo completo de evidencia. Primero, tenemos en su Palabra múltiples promesas de su cercanía con nosotros. Segundo, tenemos nuestra propia historia personal con Dios, un testimonio de sus muchas liberaciones pasadas en nuestras vidas. Tercero, tenemos una Biblia llena de testigos de la presencia de Dios en siglos pasados.
La Biblia es clara: debemos caminar con Dios por fe y no por vista.