¿Te Estás Multiplicando?
La parábola de los talentos comienza con un hombre que planea emprender un viaje. En preparación, toma la decisión inusual de confiar su dinero, o “talentos”, a sus siervos. Distribuye los talentos justo antes de irse, dando a cada sirviente una cantidad diferente. En las Escrituras dice: “A uno dio cinco talentos, y a otro dos, y a otro uno, a cada uno conforme a su capacidad; y luego se fue lejos” (Mateo 25:15).
Esta es una historia interesante y en etapas, pero el tema principal apunta a la autoevaluación. "Te estoy dando la oportunidad de expresar tu corazón de una manera tangible", dice el Señor. “Durante este tiempo, no serás solo un sirviente que hace lo que se le dice. Tienes rienda suelta; encuentra un buen uso para este dinero y tráeme los resultados cuando regrese”.
El dueño de la casa quiere saber quiénes son sus sirvientes, no como sirvientes sino como personas y como mayordomos de su casa. "¿Son simplemente marcadores de posición", se pregunta, "o entienden que son miembros valiosos de este hogar?" Él sabe que darles el control de sus activos revelará la respuesta.
Más que solo cuidar, la mayordomía se trata de maximizar lo que Dios nos ha dado. Nuestros talentos, habilidades, dones espirituales, dinero, posesiones, tiempo y oportunidades pueden multiplicarse muchas veces cuando son impulsados por el Espíritu Santo, el altruismo y una vida intencional. En la parábola, los dos siervos que han duplicado lo que el amo les dio son recompensados, pero el tercer siervo, que entierra su único talento y luego se disculpa, es tratado con dureza.
Como un ejemplo moderno, podríamos preguntar: “¿Qué pasa con las personas atrapadas en la pobreza que nunca tienen un receso? ¿Y qué hay de mi situación? Estoy luchando y me resulta difícil dar algo, incluso mi tiempo”. La respuesta de Dios es la misma que le dio al siervo a quien solo se le dio un talento. “No desvalorices lo que te he dado, por pequeño que sea. Encuentra una manera de multiplicar lo que tienes. Estoy mirando la intención de tu corazón”.
Jesús enfatizó este punto a lo largo de sus enseñanzas. Debemos comprender que nuestras vidas, por insignificantes que sean para nosotros, tienen un enorme valor para él, y debemos vivir con eso en mente. La totalidad de nuestra vida está confiada a nuestro cuidado para que podamos servir a los demás y traer gloria a Dios.