Él Quiere que Conozcamos su Voz

David Wilkerson (1931-2011)

Quien verdaderamente conoce a Dios ha aprendido a reconocer su voz por encima de todas las demás. Él quiere que estés convencido de que él desea hablar contigo y decirte cosas que nunca oído antes.

El Señor me mostró recientemente que todavía estaba dudando acerca de oír su voz. Oh, yo sé que él habla, pero dudé de mi habilidad para oírlo. Seguí “revisando” la voz que oía, y cuando parecía demasiado misteriosa, pensé: “Este no puede ser Dios. Además, el diablo, los espíritus mentirosos y la carne también hablan. Las voces vienen a nosotros todo el tiempo. ¿Cómo puedo saber que es él?”

Creo que se requieren tres cosas de aquellos que quieren oír la voz de Dios:

  • Una confianza inquebrantable de que Dios quiere hablarte y quiere que conozcas su voz. Lo que él te dice nunca irá más allá de los límites de las Escrituras, y no necesitas un doctorado. para reconocer su voz. Solo necesitas un corazón que diga: “Creo que Dios desea hablar conmigo”.

  • Tiempo de calidad y tranquilidad. Debemos encerrarnos con Dios y dejar que todas las demás voces se callen. Cierto, Dios nos habla todo el día. Pero cada vez que ha querido construir algo en mi vida, su voz ha llegado solo después de que he cerrado el paso a todas las demás voces, excepto a la suya.

  • Pide con fe. No obtenemos nada de Dios a menos que creamos verdaderamente que él puede transmitirnos su mente y voluntad.

Jesús dice: “¿Qué padre de vosotros, si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿o si pescado, en lugar de pescado, le dará una serpiente? ¿O si le pide un huevo, le dará un escorpión?” (Lucas 11:11-12). Si le pides una palabra a tu Padre celestial, una dirección clara, una corrección piadosa, una necesidad particular, ¿piensas por un momento que dejará que el diablo venga y te engañe?

Dios no es un bromista. Él no permitirá que el diablo te engañe. Cuando Dios habla, hay paz, y Satanás no puede falsificar esa paz. Si estás en un lugar de tranquilidad y reposo, tienes una seguridad que nunca cambia. Puedes volver a Dios mil veces, y siempre recibirás la misma palabra. ¡Confía en él!