Él Sigue Orando por Nosotros
Zacarías 3 describe a un sumo sacerdote llamado Josué de pie ante el Señor, y a Satanás a su derecha para oponerse a él. También estaba presente un ángel, que tenía que ser Cristo porque los ángeles no juzgan.
Josué fue un hombre real, no sólo un tipo de Cristo. Fue el sumo sacerdote durante la época de Esdras y Nehemías. En Esdras 10:18, parece que Josué se había casado con una mujer pagana; en aquella época, la peor forma en que un judío podía contaminarse era casándose con un gentil.
“Y Josué estaba vestido de vestiduras viles, y estaba delante del ángel” (Zacarías 3:3). Josué está ante el trono con sus vestiduras sucias, y el diablo está a su lado, acusándolo. Satanás argumentó: "Este hombre ha quebrantado tu ley y ha pecado contra ti". Las acusaciones del diablo eran correctas; Josué había pecado y ahora Satanás reclamaba a Josué para sí.
Amados, esto es exactamente lo que sucede con nosotros. Satanás se presenta ante el trono de la gracia para acusarnos. Nos señala y dice: “Tú lo sabes todo, Dios, y ves el compromiso en la vida de éste. Si eres justo, debes darme su alma”. En Apocalipsis 12:10, a Satanás se le llama acusador de nuestros hermanos, y él se presenta ante Dios ahora mismo para oponerse a ti y a mí, para acusarnos de pecado.
Entonces es cuando Jesús, nuestro abogado, se acerca y dice: “Es verdad, Padre. Él ha fracasado, pero hay fe en su corazón y fe en el poder de mi sangre. Yo he pagado por cada pecado que ha cometido o cometerá alguna vez”. Luego Jesús se dirige a los que están allí. “Quita sus vestiduras inmundas y pon mi manto de justicia sobre sus hombros”.
Jesús le dijo a Satanás: “Jehová te reprenda, oh Satanás; Jehová que ha escogido a Jerusalén te reprenda. ¿No es este un tizón arrebatado del incendio?” (Zacarías 3:2). ¡Que cuadro! El diablo fue obligado a irse con una fuerte reprensión, y Josué se fue con el perdón, un vestido nuevo y una corona de justicia sobre su cabeza.
“Hijitos míos, estas cosas os escribo para que no pequéis; y si alguno hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo” (1 Juan 2:1). Jesús ha estado en gloria durante estos 2.000 años orando por nosotros y todavía está orando por nosotros.