Él Ya ha hecho Provisión
Cuando Dios nos llama a un trabajo específico, él ya ha provisto todo lo que necesitamos para lograrlo. “Y poderoso es Dios para hacer que abunde en vosotros toda gracia, a fin de que, teniendo siempre en todas las cosas todo lo suficiente, abundéis para toda buena obra” (2 Corintios 9:8).
Este versículo no es solo una esperanza; ¡es una promesa! Comienza con las palabras, “¡Poderoso es Dios!" A Dios no le interesa solo satisfacer tus necesidades. Él siempre quiere darte más de lo que necesitas. Eso es lo que significa "abundar", una provisión siempre creciente y superabundante.
“Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros” (Efesios 3:20). Piensa en lo que se promete aquí. Cuando estás deprimido y cansado y no crees que puedas ir más lejos, Dios puede vigorizarte tanto que tendrás todo lo que necesitas en cada situación posible en todo momento.
Es como si el Señor estuviera diciendo: “¡Escuchen todos ustedes pastores! Escuchen todos los que asisten fielmente a mi casa y trabajan en oración, alabanza e intercesión. Quiero darles mucha fuerza, esperanza, gozo, paz, reposo, finanzas, ánimo y sabiduría. De hecho, quiero que tengan sobreabundancia de todo lo que necesitan".
Dios nunca tuvo la intención de que seamos pobres espirituales, pobres en las cosas del Señor. Por el contrario, el creyente maduro es el que disfruta de una revelación de todas las grandes provisiones que Dios ha preparado para él, y va tras esta revelación por fe.
De hecho, la Biblia dice que debemos buscarlo para obtener esta revelación. Pablo escribió: “Y nosotros… hemos recibido… el Espíritu que proviene de Dios, para que sepamos lo que Dios nos ha concedido, lo cual también hablamos, no con palabras enseñadas por sabiduría humana, sino con las que enseña el Espíritu, acomodando lo espiritual a lo espiritual” (1 Corintios 2:12-13).
Creo que la mayoría de cristianos no ha encarado honestamente el poder de estas promesas de Dios. Las hemos leído muchas veces, pero siguen siendo letra muerta para nosotros.
Debemos asirnos de ellas y decir: “¡Señor, revélame lo que has preparado! Abre mi mente y mi espíritu a tus recursos. ¡Tu Palabra dice que yo debo saber todas estas cosas que me son dadas gratuitamente para poder declararlas para tu gloria!“