Ídolos en el Corazón

David Wilkerson (1931-2011)

Ciertos ancianos de Israel acudieron al profeta Ezequiel en busca de la dirección del Señor. Estos hombres no eran como muchos de los israelitas, que se arrodillaban abiertamente ante los ídolos. No los encontrarías en ningún templo de ídolos ofreciendo allí sacrificios a los dioses falsos. Eran los líderes del pueblo y querían aparecer ante todos como hombres piadosos.

En apariencia, estos ancianos parecían hombres con un corazón para Dios y deseosos de conocer su palabra para sus vidas. Así fue como se acercaron a Ezequiel, pero Dios le reveló a Ezequiel lo que había en sus corazones. Le dijo al profeta: “Hijo de hombre, estos hombres han puesto sus ídolos en su corazón, y han establecido el tropiezo de su maldad delante de su rostro” (Ezequiel 14:3).

El Señor estaba diciendo: “¡Estos hombres han venido a ti diciendo que quieren escuchar una palabra mía y que quieren andar en obediencia a mis mandamientos, pero están mintiendo! Tienen pecados secretos”.

Todos estos ancianos tenían una idolatría oculta y secreta. Sus corazones estaban esclavizados por los pecados que practicaban a puertas cerradas. Nadie podía decirlo por su apariencia. Por el contrario, no parecían paganos ni idólatras, sino hombres respetados de Dios que ejercían su ministerio.

Una piedra de tropiezo de iniquidad es cualquier cosa mala que se interponga entre tú y Dios. Es una tentación que te impide caminar con firmeza con Él. Es cualquier pecado que te asedia y te hace vacilar en su fe, cualquier deseo que avergüence tu corazón y el nombre de Cristo.

Puedes venir a la casa de Dios, levantar tus manos, adorarlo en voz alta y aún así tener una piedra de tropiezo de iniquidad en tu corazón.

Amado, solo al alejarte de tu ídolo con un arrepentimiento sincero podrás escuchar la verdadera palabra del Señor y recibir una guía divina clara. Cuando te arrepientes, lo primero que vuelve a ti es tu discernimiento. Cuanto más atrás dejes tu pecado, más claramente verás y oirás la voz de Dios. Él podrá ser distinguido con certeza, hablando con la autoridad de la verdad a tu vida.