Acepta Su Amor

David Wilkerson (1931-2011)

No importa lo que hagas para intentar limpiarte. Si no confías en que Jesús te salvará a través de su gracia, toda tu justicia será como trapo de inmundicia a los ojos de Dios. El poder transformador del evangelio es que toda carne fue eliminada en la cruz, y ahora el Cristo-hombre ha aparecido. La verdadera fe no es sólo una creencia; es una confianza en lo que hizo por ti.

Quizás te resulte difícil creer que un cristiano atribulado y fracasado como tú pueda ser valioso para Dios. Quizás pienses que él tiene que estar disgustado contigo por todos tus problemas. Quizás creas que él todavía te ama, pero seguramente Dios está decepcionado porque le has fallado tan a menudo.

En Isaías 43, el mensaje de gracia del profeta fue dirigido a personas que habían sido robadas, atrapadas en agujeros y encarceladas a causa de su necedad e incredulidad. A pesar de todos sus fracasos, Dios vino a ellos con un mensaje de esperanza y amor: “Porque a mis ojos fuiste de gran estima, fuiste honorable, y yo te amé” (Isaías 43:4).

Nunca olvidaré el dolor que soporté cuando uno de mis hijos adolescentes me confesó: “Papá, nunca sentí que te complací o que fuera digno de tu amor. Siento que te he decepcionado toda mi vida. Debes estar realmente decepcionado de mí”.

Esas palabras duelen. Abracé a ese niño con lágrimas, sufriendo profundamente dentro de mí. Lloré con mi respuesta: “Pero tú siempre has sido especial para mí. Has sido la niña de mis ojos. Seguro, a veces has hecho cosas tontas y equivocadas; pero estás perdonado. Realmente lo lamentaste y nunca pensé menos en ti. No eres más que una alegría para mí”.

Lo mismo ocurre con muchos cristianos en su relación con el Padre celestial. El diablo los ha convencido de que han decepcionado a Dios y nunca podrán agradarlo. En consecuencia, no aceptan su amor y viven como si su ira estuviera siempre soplando sobre ellos. Qué manera tan horrible de vivir la vida. ¡Oh, qué dolor debe sentir Dios cuando ve a sus hijos viviendo de esta manera!

Como cristianos, podemos estar seguros de que somos preciosos a los ojos de Dios. Confía en su amor y gracia, que pueden cambiar nuestras vidas, sin importar cuán indignos o decepcionados podamos sentirnos.