Acreditado en Nuestra Cuenta
Nunca seremos justificados ni aceptados como justos ante Dios a menos que estemos ante él con la perfecta justicia de Cristo como propia. Esa es la única justicia que Dios reconocerá jamás. Entonces, ¿cómo podemos recibir la justicia perfecta de Cristo?
El Padre celestial nos lo imputa a través de nuestra fe. “Como también David habla de la bienaventuranza del hombre a quien Dios atribuye justicia sin obras” (Romanos 4:6). Pablo cita a David diciendo: “El hombre más rico, más bendito y pacífico de la tierra es el que entiende que se le ha imputado una justicia perfecta, sin obras”.
La palabra imputar significa “considerar o estimar, considerar, atribuir a una persona algo que no tiene, contar o acreditar en su cuenta”. Cuando Jesús nos imputa su justicia, Dios la considera nuestra. No, no nos lo ganamos. Cristo lo hizo todo y lo acredita a nuestra cuenta.
“[Abraham] Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios… por lo cual también su fe le fue contada por justicia. Y no solamente con respecto a él se escribió que le fue contada, sino también con respecto a nosotros a quienes ha de ser contada, esto es, a los que creemos en el que levantó de los muertos a Jesús, Señor nuestro” (Romanos 4:20-24).
Esta justicia tiene que ser imputada a nosotros. No es nuestra por infusión. En otras palabras, Dios no simplemente la derrama en nosotros. No, nunca es nuestra justicia; nada de lo que hemos hecho o logrado. Siempre es su justicia, imputada a nosotros y acreditada a nuestra cuenta.
Esta imputación viene sólo por la fe. No podemos trabajar por ella ni merecerla de ninguna manera. Más bien, debido a nuestra fe en Jesús y su obra redentora, el Señor nos atribuye la justicia de Cristo y somos considerados perfectos en él. Es una justicia perfecta que es por fe y no por obras.
- “Por tanto, es por fe, para que sea por gracia…” (Romanos 4:16).
- “Porque con el corazón se cree para justicia, pero con la boca se confiesa para salvación” (Romanos 10:10).
- “La justicia de Dios por medio de la fe en Jesucristo, para todos los que creen en él. Porque no hay diferencia” (Romanos 3:22).
Amados, al confesar nuestros pecados y tener fe en él, nos presentamos ante Dios con una justicia imputada.