Aférrate a la Esperanza
Al filósofo Federico Nietzsche no le gustaba la esperanza que ofrecía el cristianismo. La calificaba de abusiva. Observaba a los cristianos orar por sus problemas, buscar a Dios para que respondiera a sus necesidades insatisfechas, y se burlaba de ello. Veía a personas aferrándose a la esperanza cuando él pensaba que debían abandonarla por completo.
La mayoría de las personas no se da cuenta de lo importante que es la esperanza en sus luchas diarias. Una vez que abandonamos la esperanza, comenzamos a desesperarnos, a desanimarnos, a enojarnos y a querer rechazar a Dios. “La esperanza que se demora es tormento del corazón; Pero árbol de vida es el deseo cumplido” (Proverbios 13:12).
Nos preguntamos si Dios nos escucha cuando clamamos: “Señor, ¿volverá a hablarme mi hijo? ¿Cuánto tiempo tendré que ver cómo se acumulan las facturas mientras vivo de un sueldo a otro? ¿Se restaurará algún día mi matrimonio? Dios, ¿hay alguna esperanza para mí?”.
Nos cansamos de orar desesperadamente al Señor para expresarle nuestras necesidades más profundas. A veces, nuestras oraciones son una agonía, pero cada uno de esos lamentos es un clamor de esperanza. Podemos pensar que Dios no quiere oír nuestro enojo o desaliento, pero en realidad él invita y alienta nuestro clamor. Dios ya sabe lo que hay en nuestro corazón, por lo que es importante expresarle esos sentimientos.
El Señor no nos echa fuera por ninguno de estos sentimientos. Al contrario, su naturaleza es sanar a los que tienen el corazón quebrantado. Él no les da la espalda a los heridos ni a los desanimados, sino que repara nuestro quebrantamiento.
Como cualquier buen padre, a Dios le encanta dar a sus hijos y quiere que le pidamos cosas buenas. Eso incluye nuestras peticiones de sanidad, liberación, reconciliación y restauración cuando sufrimos. Reprimir la esperanza y los anhelos puede brindar una muestra temporal de estabilidad, pero cierra cualquier posibilidad de un avance genuino. Además, no implica fe.
La Escritura dice: “Jehová será refugio del pobre, refugio para el tiempo de angustia” (Salmos 9:9). La presencia del Señor está con nosotros cuando esperamos y clamamos: “¿Hasta cuándo?” Cada lamento es una unión de dolor y esperanza. Espera tu nueva canción en medio de tu sufrimiento y aférrate a la esperanza. Dios es una fortaleza para nosotros durante nuestros largos tiempos de angustia, y también está trabajando para cambiar nuestros corazones.
Este devocional ha sido adaptado del libro de Gary Wilkerson: El Altar de Nuestros Corazones: Un Devocional Expositivo sobre los Salmos.