Amando a Dios con Todas Tus Fuerzas
Muchas personas crecieron escuchando la enseñanza sobre el versículo que dice: “Porque el ejercicio corporal para poco es provechoso” (1 Timoteo 4:8). Esta frase a menudo se interpretaba en el sentido de que cuidar bien de la salud física estaba al final de la lista en términos de bienestar general.
Sin embargo, echemos un vistazo más de cerca. En esta epístola, la iglesia estaba siendo establecida. Pablo estaba en constante movimiento, poniendo los cimientos y levantando líderes. Había puesto al joven Timoteo a cargo de la iglesia de Éfeso. Timoteo estaba muy ocupado enseñando, intermediando en diferencias doctrinales y desarrollando otros líderes. Pablo estaba animando a Timoteo en su difícil tarea de abordar estas cuestiones prácticas.
El objetivo del versículo ocho es simplemente recordar a los fieles que nuestros espíritus siguen vivos y, por lo tanto, la salud espiritual es primordial. Sin embargo, Pablo no estaba degradando la salud física a una nota a pie de página. De hecho, él promovía la salud integral a lo largo de sus epístolas. Él estaba diciendo: "Timoteo, asegúrate de enseñarles cómo mantener sus prioridades en orden y vivir una vida equilibrada".
La salud física es una parte clave de ese equilibrio y los hechos deberían hacernos reflexionar. En muchos países, grandes grupos de población llevan una vida sedentaria. Desde COVID-19, los horarios remotos se están convirtiendo en la norma en el lugar de trabajo; los empleados pueden sentarse en casa y realizar un día completo de trabajo prácticamente sin moverse. Hoy en día, puedes obtener un título universitario en línea y recibir las compras del mercado mientras estudias.
Todo esto, sin embargo, tiene un precio. El Instituto Nacional de Diabetes y Enfermedades Digestivas y Renales dice que más del 42 por ciento de los adultos estadounidenses son obesos. David Bush, autor de The Body Gospel, dice que la obesidad es un 10 por ciento más alta en la iglesia.
Nuestro vigor físico impacta nuestro caminar espiritual. La oración, el ayuno y todo tipo de disciplinas espirituales requieren energía. Si nuestros cuerpos no cooperan, podemos perder oportunidades de mejorar nuestro crecimiento espiritual. Evaluar francamente nuestra salud física y tomar las medidas que podamos para mejorarla amplía nuestra capacidad de servir.
Bush lo dice bien: “Quiero poder disfrutar más de Dios, y puedo hacerlo cuando como bien, hago ejercicio y tengo un peso saludable. Quiero poder amar a mi familia, así como a los extraños que necesitan del Señor. Quiero poder conectar en su punto de necesidad. Lo hago mejor cuando mi cuerpo físico está bajo control”.