Antes de Juzgar a los Demás...
Un marido preocupado fue a ver al médico de familia. “Creo que mi esposa es sorda”, dijo. "Ella nunca me escucha la primera vez que le digo algo".
“Vete a casa esta noche”, sugirió el médico. “Párate a cinco metros de ella y di algo. Si ella no responde, acércate un metro y repítelo. Continúa haciendo esto para que podamos tener una idea de la gravedad de su sordera”.
El marido regresó a su casa e hizo exactamente lo que le habían ordenado. "Cariño, ¿qué hay para cenar?" él dijo. No hubo respuesta, así que se acercó un metro y preguntó: "Cariño, ¿qué hay para cenar?". Finalmente, se colocó detrás de ella y volvió a hacer la pregunta.
"Por cuarta vez", dijo ella: “¡Pollo!”
¿Adivina quién era realmente el sordo?
Podemos reírnos de esta historia, pero dice una verdad importante: siempre asumimos que es la otra persona la que tiene el problema.
Jesús abordó este tema en la última parte del Sermón del Monte. “No juzguéis, para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzgáis, seréis juzgados, y con la medida con que medís, os será medido. ¿Y por qué miras la paja que está en el ojo de tu hermano, y no echas de ver la viga que está en tu propio ojo?” (Mateo 7:1-3). Como bien lo expresó el gran predicador del siglo XIX Charles H. Spurgeon: “Nadie es más injusto en sus juicios sobre los demás que aquellos que tienen una alta opinión de sí mismos”.
He pedido a parejas en terapia matrimonial que nombren sus “vigas” antes de decirme las “pajas” de su cónyuge. Es sorprendente lo difícil que les resulta pensar en sus propios problemas. F. B. Meyer, dijo una vez: “Cuando vemos a un hermano o hermana en pecado, hay tres cosas que no sabemos y [debemos] tener en cuenta antes de juzgar: Primero, no sabemos cuánto se esforzó por intentar no pecar. En segundo lugar, no conocemos el poder de las fuerzas que lo atacaron. En tercer lugar, no sabemos qué habríamos hecho nosotros en las mismas circunstancias”. Buenas palabras para recordar.
Si quieres juzgar, júzgate a ti mismo primero. Vigas antes que pajas. Estarás tan ocupado deshaciéndote de tu propia viga que no tendrás tiempo para las pajas de los demás. Consigue esto y construirás relaciones profundas, significativas y duraderas.