Arraigados y Cimentados en Amor
“Para que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios” (Efesios 3:17-19).
Arraigados y cimentados aquí significa “construir debajo de ti una base profunda y estable para conocer y comprender el amor de Dios hacia ti”. ¡El conocimiento del amor de Dios por ti es la verdad fundamental sobre la cual se deben construir todas las demás verdades!
Por ejemplo, un temor santo de Dios no es el temor de que Él esté dispuesto a destruirte si eres sorprendido en alguna pequeña falta. Más bien, es el temor a su santidad contra la rebelión y a lo que les hace a quienes aman las tinieblas en lugar de la luz.
Los cristianos que viven en la culpa, el miedo y la condenación no están “arraigados y cimentados” en el amor de Dios. Nuestro Padre celestial envió a su Hijo a morir por nuestros pecados y debilidades. Sin conocer y comprender plenamente ese tipo de amor hacia ti, nunca tendrás un fundamento estable o permanente.
La palabra griega para “comprender” en el versículo 18 sugiere “agarrar o asir con entusiasmo”. El apóstol Pablo quiere que tú tomes esta verdad y la conviertas en el fundamento de su vida cristiana. Extiende tus manos espirituales y di: “¡Voy a agarrar esto!”
Quizás te asalte una tentación que parece que no puedes evitar. Tal vez tengas una sensación de no estar nunca a la altura, de indignidad, un temor de que el diablo te haga tropezar y le falles a Dios.
Este es el día para que despiertes al amor de Dios por ti. Mientras lees esto, oro para que algo golpee profundamente tu corazón y puedas decir: "¡Ese soy yo y no quiero vivir de esta manera!". Oro para que puedas captar esta verdad y que te abra los ojos y te ayude a entrar en un reino completamente nuevo de gozo y paz en tu caminar diario con él.