Seguridad en la Presencia de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

“Verdaderamente en vano he limpiado mi corazón, Y lavado mis manos en inocencia” (Salmos 73:13).

Asaf, el escritor de este salmo, estaba tan confundido por sus sufrimientos comparados con la vida fácil de los malvados que casi se deslizó en un pozo de absoluta incredulidad. Estaba dispuesto a acusar a Dios de abandonarlo, de no preocuparse por él. Por un momento, estuvo dispuesto a abandonar la batalla y darse por vencido por completo.

Este hombre piadoso debe haber pensado: “He estado haciendo lo correcto y soportando dificultades todo este tiempo, pero fue en vano. Toda mi diligencia, mi alabanza y adoración, y mi estudio de la Palabra de Dios han sido inútiles y en vano. He hecho solo lo correcto, pero sigo sufriendo y no tiene sentido. ¿De qué sirve seguir?”

Amado, debes tener cuidado. Cuando venga una calamidad, cuando te sobrevenga una prueba, cuando estés afligido, debes cuidar tu corazón para que no resbale.

Puede que no estés en la condición de Asaf, sufriendo y siendo probado, pero puede que conozcas a alguien que esté pasando por algo similar. Es posible que una calamidad repentina haya sobrevenido a un pariente, amigo o miembro piadoso de la iglesia, alguien que tú sabes que está haciendo lo correcto, y te has preguntado: “¿Por qué, Dios? ¿Cómo pudiste permitir esto? Esa persona es tan justa”.

Asaf fue al templo y oró. Fue entonces cuando el Espíritu Santo le habló a Asaf: “Ciertamente los has puesto en deslizaderos; en asolamientos los harás caer” (Salmos 73:18).

Asaf se dio cuenta de que “no soy yo el que resbala, sino los malvados que resbalan y van directos a la destrucción”. Asaf comenzó a ver el panorama completo y se regocijó. “Mi carne y mi corazón desfallecen; mas la roca de mi corazón y mi porción es Dios para siempre.” (Salmos 73:26). Él pudo decir: “Sí, mis fuerzas están flaqueando. Estoy soportando una gran batalla, pero no estoy solo en mis luchas. Tengo un Padre amoroso en el cielo y él vela por mí”.

Cuando llegue tu momento de dolor o sufrimiento, ve a tu lugar secreto. Quédate a solas con Dios y clama a Él. Si encuentras tiempo a solas con el Padre en oración, Él te fortalecerá y te dará entendimiento.