Seguros de la Fidelidad de Dios

David Wilkerson (1931-2011)

Mientras Jesús estaba en el punto más alto del templo, Satanás le susurró: “Adelante. ¡Salta! Si eres realmente el hijo de Dios, él te salvará”.

“[El diablo] le dijo: Si eres Hijo de Dios, échate abajo; porque escrito está: A sus ángeles mandará acerca de ti”, y, “En sus manos te sostendrán, para que no tropieces con tu pie en piedra”. (Mateo 4:6).

¿Ves la astucia de Satanás en esto? Él aisló una sola promesa de las Escrituras y tentó a Jesús para que pusiera toda su vida en ella. Estaba sugiriendo: “Dices que Dios está contigo. Bueno, enséñame la prueba. Tu padre ya me ha permitido hostigarte. ¿Dónde estaba su presencia en eso? Tú puedes demostrar que él está contigo ahora mismo, al saltar. Si Dios está contigo, él te dará un aterrizaje suave. Puedes basar tu confianza en ello. Si no es así, es mejor que mueras en lugar de seguir preguntándote si estás solo. Necesitas un milagro para demostrar que el Padre está contigo”.

¿Cómo respondió el Salvador? “Jesús le dijo: Escrito está también: No tentarás al Señor tu Dios” (Mateo 4:7). ¿Qué quiere decir exactamente Jesús aquí con "tentar a Dios"?

El Antiguo Testamento nos da nuestra respuesta. Una y otra vez, el Señor se había mostrado fiel a los israelitas. El pueblo de Dios recibió una prueba visible de que su Señor estaba con ellos, y sin embargo, cayeron en la misma pregunta una y otra vez: “¿Está Dios entre nosotros o no?” Dios llama a esto “tentarlo”. Jesús usa esta misma frase en su respuesta a Satanás.

Al igual que con Israel, Dios ya nos ha dado todo un conjunto de pruebas de su presencia. En primer lugar, tenemos su Palabra, que contiene múltiples promesas de cuán cerca a nosotros está él. En segundo lugar, tenemos nuestra propia historia personal con Dios que es un testimonio de sus muchas liberaciones pasadas en nuestras vidas. En tercer lugar, tenemos una Biblia llena de testigos de la presencia de Dios en los siglos pasados.

¿Qué nos dice esto? Nos muestra que es un pecado grave dudar de la presencia de Dios; no debemos cuestionar si él está con nosotros. La Biblia es clara: debemos caminar con Dios por fe y no por vista.