Poniendo de Rodillas al Pueblo de Dios
"Y mirarán a mí, a quien traspasaron, y llorarán " (Zacarías 12:10).
Este versículo originalmente se refiere al pueblo judío, pero también veo en la profecía de Zacarías una aplicación que tiene que ver con la iglesia. Pronto vendrá un trato muy personal por parte del Espíritu Santo. La iglesia de Jesucristo ha mitigado tanto el pecado, lo ha blanqueado y pasado por alto, que cuando el Espíritu Santo descienda, traerá también una purga. Habrá llanto, lamento y quebrantamiento, una conciencia de la realidad de cómo nuestros pecados entristecen el corazón de Dios.
El Espíritu Santo se moverá de esta manera no sólo en las congregaciones sino también en las familias y en los individuos. “Y la tierra lamentará, cada linaje aparte; los descendientes de la casa de David por sí, y sus mujeres por sí” (Zacarías 12:12).
¿Qué mayor regalo podría darle Dios a su iglesia justo antes de su venida que un mensaje poderoso y convincente contra el pecado? Él traerá una convicción tan penetrante que no podremos tolerar nada impío o impuro en nosotros mismos.
En resumen, estas son las cualidades y marcas del derramamiento del Espíritu en los últimos días:
1. Un enfoque en la cosecha final de almas.
2. Un espíritu de gracia, que conduce al arrepentimiento y la piedad.
3. Un espíritu de súplica, que resulta en entrega y urgencia de orar en el Espíritu.
4. Un anhelo por Jesús, un quebrantamiento y un llanto con tristeza según Dios por el pecado.
¡Sólo después de tales tratos del Espíritu vendrá la verdadera bendición del gozo! No quiero perderme el último derramamiento de Dios. He estado orando para que él me incluya y les insto a que ustedes hagan lo mismo.
Ora conmigo ahora: “Señor, no tengo la disciplina necesaria para tu santa obra. Tienes que dármela. Dame tu carga por las almas perdidas; coloca tu Espíritu de llanto dentro de mí. Eres mi única esperanza, por eso me entrego y recurro totalmente a ti. Haré todo lo que me digas y dependeré de ti para todo”.