Confiando en Dios en los Tiempos Buenos

Gary Wilkerson

Y me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo(2 Corintios 12:9).

¿Cuántas veces en tu vida has inclinado la cabeza con desesperación y has dicho: “¿Señor, por favor ayúdame? Por favor." Yo lo he hecho cientos de veces, probablemente miles. En esos momentos había tanto miedo, tanto desconocimiento, que no podía hacer nada más que tirar del cordón de emergencia.

Si tan solo entendiéramos que renunciar a todas nuestras propias habilidades sin tener fuerzas es exactamente donde Dios nos quería en primer lugar. Cuando estamos en un estado de tal debilidad que ni siquiera podemos formular una oración adecuada, en realidad estamos en un lugar de gran promesa. Es donde Dios puede ayudarnos más.

Ojalá hubiera aprendido este superpoder de la impotencia cuando era joven. Habría tenido mucha más paz y confianza. Habría tenido más fe, más fuerza interior y más gracia para los demás si realmente hubiera comprendido que todo proviene de Dios. Mi trabajo como hijo suyo es simplemente caminar con él, apoyarme en él, obedecer la Biblia y confiar en que él siempre cuidará de mí y de mis seres queridos. Es estar contento, aunque no pueda ver más allá de los faros.

Las palabras del Señor “Mi poder se perfecciona en la debilidad” deben tomarse literalmente. ¡Qué concepto! El pensamiento normal dice: "Tengo que desesperarme respecto a Dios, o él no me tomará en serio". Dios dice: "Te tomo en serio cuando te sueltas y me buscas".

Piensa en un momento específico en el que no tenías opciones y tuviste que apoyarte por completo en Dios. ¿Recuerdas la sensación? Aquí es donde Dios desea que estemos todos los días, que vivamos con un nivel de confianza que reconozca: “Solo tú tienes el control y yo confío en ti sin reservas”. Proverbios dice: “Fíate de Jehová de todo tu corazón, y no te apoyes en tu propia prudencia. Reconócelo en todos tus caminos, y él enderezará tus veredas” (Proverbios 3:5-6). No hay mejor consejo ni mayor promesa: “Confía en mí todo el tiempo, para todo. Yo te cuidaré".