Conociendo la Voz del Señor

David Wilkerson (1931-2011)

Debido a los pecados del sacerdocio y del pueblo, Dios no le estaba hablando a Israel. Las Escrituras dicen: “Y la palabra de Jehová escaseaba en aquellos días; no había visión con frecuencia” (1 Samuel 3:1). Sin embargo, en medio de esta hambruna de la Palabra, el Señor se apareció al joven Samuel: “Jehová llamó a Samuel… y Samuel no había conocido aún a Jehová, ni la palabra de Jehová le había sido revelada” (1 Samuel 3:4, 7).
 
Samuel tenía sólo doce años, pero aún no reconocía la voz del Señor. Entonces Dios se acercó a su cama y pronunció su nombre en voz alta. Samuel primero pensó que Elí estaba hablando; ¡Él no sabía que lo estaban entrenando para discernir voces, para oír directamente a Dios!
 
Dios no le estaba hablando a Elí, el sacerdote que se había vuelto sordo a su voz. De hecho, parece que sólo un profeta estaba oyendo a Dios: el hombre anónimo que advirtió a Elí que Dios estaba a punto de cortarlo (ver 1 Samuel 2:27-36).
 
Oír a Dios requiere más que un momento de tranquilidad, más que simplemente decir: “¡Habla, Señor, que tu siervo oye!” No, no existe una fórmula para oír a Dios. En pocas palabras, él les habla a aquellos que han preparado sus corazones para oír.
 
Samuel no tenía un conocimiento teológico profundo de Dios cuando el Señor le habló por primera vez, pero tenía un corazón tierno, puro y devoto que estaba abierto al Señor. Entonces, ¿qué crees que fue lo primero que Dios le enseñó? Él dijo: “Voy a juzgar a Elí porque él sabía que sus hijos eran malvados, pero no hizo nada para detenerlos. Se les debería haber quitado las vestiduras y haberles dicho: ´No pueden acercarse al lugar santo´. Por eso, Samuel, te voy a mostrar mi odio por el pecado en mi casa. Quiero que sepas lo que se necesita para oír mi voz y caminar conmigo” (ver 1 Samuel 3:11-14).
 
No es de extrañar que la Biblia diga que Samuel pronunció palabras tan seguras. ¡Él había oído la voz del Señor! Pasó mucho tiempo encerrado con Dios, orando y buscándolo, y Dios le hablaba claramente en cada ocasión.
 
Hay personas en todo el mundo que han sido entrenadas para conocer la voz de Dios. Estos santos que oran derraman sus corazones ante él y él se derrama a ellos.