Conociendo los Tiempos de Refrigerio

David Wilkerson (1931-2011)

Yo creo que estoy hablando a un número de personas piadosas que aman a Jesús con todo su corazón y que se encuentran en un punto de profunda desesperación. ¿Cuál es el camino hacia la victoria?

1. Sumérgete en la Palabra de Dios. Aférrate a tu promesa especial, llévala al lugar secreto de oración y haz que Dios cumpla con ella. Yo presento mis promesas favoritas a Dios cada vez que le clamo: “¿Qué hombre hay de vosotros, que si su hijo le pide pan, le dará una piedra? ¿O si le pide un pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?” (Mateo 7:9-11).

Pídele al Señor que te libere, que quite toda tu vergüenza, que quite toda mancha del pecado. Él anhela hacerlo por ti. “Y a Aquel que es poderoso para hacer todas las cosas mucho más abundantemente de lo que pedimos o entendemos, según el poder que actúa en nosotros, a él sea gloria en la iglesia en Cristo Jesús por todas las edades, por los siglos de los siglos. Amén” (Efesios 3:20-21).

Hazle esta promesa a Dios todos los días, diciendo: “Padre, tú dijiste que harías mucho más que todo lo que te pido, así que hoy te pido que respondas en exceso mi oración”. ¡Dios se complace con tal fe!

2. Confía en el Espíritu Santo. El Padre ha enviado su Espíritu a residir en tu corazón, pero debes reconocer que él está dentro de ti para responder. Dios no tiene que enviar un ángel para hablarte; él ya ha puesto sus recursos dentro de ti: el Espíritu Santo mismo. 

Dile: “Espíritu Santo, tú conoces la salida de este lío. No. Esto está completamente más allá de mí. Yo renuncio ahora mismo y te doy la dirección de mi vida. Sé que lo que estoy pasando es común para los creyentes, y voy a hacer que el Señor cumpla sus grandes y preciosas promesas. Confiaré que tú harás el resto porque tú conoces la mente misma de Dios”.

Amado, si haces esta sencilla confesión, conocerás los tiempos de refrigerio del Señor. Incluso cuando estés a punto de rendirte, él permanecerá fiel para liberarte.