Cruzando el Jordán
Todos tenemos un alto llamamiento del Señor. En alguna etapa de nuestras vidas, él nos presenta un plan predeterminado que debemos cumplir. Dios promete que, si actuamos con fe, él completará ese plan.
Sin embargo, esto no siempre es fácil. Como sabe todo el que ha caminado con Jesús durante algún tiempo, seguir su llamado significa que encontraremos obstáculos. Uno de los obstáculos más comunes es la voz escéptica. Mientras buscamos cruzar el río Jordán hacia la Tierra Prometida, escucharemos todo tipo de voces que nos dicen que no vayamos.
Josué escuchó estas voces cuando Dios lo incitó a guiar a Israel a cruzar el Jordán. El cruce contenía toda la promesa de la gloria futura de Dios para su pueblo en la tierra. Puedes estar seguro de que no había manera de que hicieran ese cruce sin escuchar las voces estridentes de los escépticos que intentaban disuadirlos.
Nuestro Dios quiere borrar toda voz escéptica que nos impida obedecer su dirección. Cada vez que él nos pide que demos un paso de fe, nos está guiando a “cruzar” hacia un grado de confianza en él que nunca antes habíamos tenido.
Cuando los sacerdotes que llevaban el arca entraron en el río caudaloso, Dios separó el agua de manera sobrenatural. Después de eso, todo lo malo que los escépticos habían predicho se convirtió en bien para el pueblo de Dios. Cuando el pueblo llegó a una gran ciudad fortificada ocupada por su enemigo, la rodearon y los muros impenetrables se derrumbaron.
¿Estás dispuesto a meterte al río? Dios puede estar diciendo: “Si tan solo te comprometes a meter el dedo del pie, verás cómo separo el agua por ti. Te llevaré al otro lado. Ya les he trazado mis planes y los llevaré a cabo”.
Te insto a que confíes en que Dios te guiará a través de tu Jordán. Déjalo a él silenciar la voz de los escépticos. Su plan para ti no será derrotado. ¡Él es fiel!