Cuando Dios Prueba al Hombre
Nos hemos preocupado tanto en probar a Dios que no hemos preparado nuestros corazones para las grandes pruebas de la vida mediante las cuales Dios prueba al hombre. ¿Podría ser que la gran prueba que estás enfrentando ahora, la carga que ahora llevas, es en realidad Dios obrando para probarte?
Vemos algo sorprendente en 2 Crónicas 32:31: Dios dejó un gran rey por un tiempo para probarlo. “Dios lo dejó, para probarle, para hacer conocer todo lo que estaba en su corazón” (2 Crónicas 32:31). Dios probó a toda una nación para averiguar lo que realmente había en su corazón. “Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos” (Deuteronomio 8:2).
¿Te encuentras en circunstancias extrañas? ¿Te sientes abandonado y solo? ¿Luchas una batalla perdida con un enemigo impredecible? Estos son signos que apuntan al proceso de prueba. A menudo, mientras se encuentra en la búsqueda justa de la obra de Dios, un mayordomo del Señor se encuentra siente abandonado y probado hasta los límites de la resistencia. Cada hombre que Dios ha bendecido alguna vez ha sido probado de la misma manera.
Uno siempre quiere la victoria, pero si fallas, recuerda esto: es lo que queda en tu corazón lo que le interesa a Dios. ¿Cuál es tu actitud después de haber ganado o perdido la batalla solitaria? Tu devoción por él es su deseo.
Jesús ha prometido nunca dejarnos ni abandonarnos, pero el registro de las Escrituras revela que hay temporadas en las que el Padre retira su presencia para probarnos. Incluso Cristo experimentó ese momento solitario en la cruz. Es en estos momentos cuando nuestro bendito Salvador se siente más conmovido por el sentimiento de nuestra debilidad, y susurra: “Oro por ti, para que tu fe no falte”.
Jesús dice que debemos tomar nuestra cruz y seguirlo (ver Mateo 16:24). ¿Qué es esa cruz? Es la carne con su fragilidad y debilidad. Tómala y sigue adelante con fe, y su fuerza se perfeccionará en ti. ¿Es tu cruz de egoísmo y pecado demasiado pesada? Amigo mío, toma tu cruz y sigue adelante. ¡Cristo comprende y está a tu lado para llevar la pesada carga!