Cuando le Preguntamos a Dios Por Qué
Si tuvieras la oportunidad de preguntarle a Dios por qué, ¿qué le preguntarías? ¿Por qué me pasó esto? ¿Por qué falleció mi madre?
¿Qué tal una pregunta sobre el fracaso personal? Eso es lo que encontramos en Mateo 17. Los discípulos fracasaron en algo para lo que estaban capacitados y no sabían por qué habían fracasado. Habían tratado de sanar al hijo de un joven y no pudieron, así que el hombre llevó a su hijo a Jesús. “Y reprendió Jesús al demonio, el cual salió del muchacho, y este quedó sano desde aquella hora. Viniendo entonces los discípulos a Jesús, aparte, dijeron: ¿Por qué nosotros no pudimos echarlo fuera? Jesús les dijo: Por vuestra poca fe; porque de cierto os digo, que si tuviereis fe como un grano de mostaza, diréis a este monte: Pásate de aquí allá, y se pasará; y nada os será imposible” (Mateo 17:18-20).
Me encanta que los discípulos hayan hecho esa pregunta. Hoy en día, la gente no hace eso cuando termina una tarea. Es raro encontrar a alguien que pida críticas para mejorar. Vivimos en una cultura en la que se culpa a los demás, pero no se examina a sí mismo.
La respuesta de Jesús a los discípulos es asombrosa y tiene múltiples matices. La cuestión principal, dijo Jesús, es la fe; luego les dice (y nos dice a nosotros) qué puede hacer que se ponga en marcha una fe del tamaño de un grano de mostaza: la oración y el ayuno. Síganme en esto. El ayuno no es una huelga de hambre para llamar la atención de Dios. El ayuno crea espacio para Dios. Preparar una comida durante la época de los discípulos no era ir a un super mercado; era un asunto de todo el día que implicaba matar un animal y cocinarlo. El ayuno significaba crear espacio para orar y oír de Dios.
Cuando alguien ayuna, le está dando más tiempo a Dios, y cuando pasas más tiempo con Dios, créeme, Dios se hace más grande en tu vida. Por eso creo que puedes ayunar de muchas cosas diferentes y no solo de comida (las redes sociales, la televisión, ciertas actividades) y crear espacio para la oración.
La manera de obtener un grano de fe es orando y ayunando. Un “por qué” privado no solo ayudó a los discípulos, sino que también nos dio una gran perspectiva para cuando necesitamos algún cambio en las cosas que no se mueven.