Cuando no Tenemos Esperanza
Eliseo heredó el papel de profeta de Elías. En 2 Reyes 4, Eliseo se encontró con una de sus primeras grandes pruebas cuando se le acercó una mujer sunamita cuyo hijo acababa de morir. Desesperada, le dijo a Eliseo: “He orado y ayunado, lloré y supliqué; pero nada he recibido del Señor. Sin mi hijo, no tengo fuerzas para seguir adelante. Simplemente no entiendo lo que Dios está haciendo. Esto es más de lo que puedo soportar”.
Eliseo respondió haciendo algo inusual. “Entonces dijo él a Giezi [su siervo]: Ciñe tus lomos”. En otras palabras, “Cíñete los lomos”. Luego continuó: “Toma mi báculo en tu mano, y ve; si alguno te encontrare, no lo saludes, y si alguno te saludare, no le respondas; y pondrás mi báculo sobre el rostro del niño” (2 Reyes 4:29).
Siguiendo las instrucciones de Eliseo, Giezi fue a la casa de la familia y puso su báculo sobre el rostro del niño muerto. No hubo señales de vida, por lo que Giezi regresó a Eliseo y le dijo: “El niño no despierta” (2 Reyes 4:31).
Esta es mi pregunta para ti. ¿Qué haces cuando todo lo que intentas no da resultado? ¿A dónde acudes cuando cada esfuerzo que realizas no logra su propósito?
Llega un momento en que no tenemos más recurso que Jesús solo. En esta historia, Eliseo es un tipo de Cristo. Fue donde esa familia sunamita y se tendió sobre el cuerpo del niño muerto. Cuando estuvo frente a frente, pie con pie, mano con mano sobre el niño, sopló en él.
¿Qué pasó después? Las Escrituras dicen que el niño estornudó siete veces (ver 2 Reyes 4:35). ¡Él estaba vivo! ¿Qué provocó esta nueva vida? El mismo Jesús sopló en la situación. Cuando no tenemos esperanza, recursos ni capacidad, Cristo sopla su vida sobrenatural en nuestras circunstancias.
Haz de esta tu oración: “Señor, yo no tengo nada, pero tú lo tienes todo y te necesito ahora. Si no soplas en mi problema, no lo lograré. ¡Yo no puedo hacerlo, pero tú puedes, Señor!