Cuando se Posterga la Liberación

Gary Wilkerson

“Ten misericordia de mí, oh Jehová, porque estoy enfermo; sáname, oh Jehová, porque mis huesos se estremecen. Mi alma también está muy turbada; y tú, Jehová, ¿hasta cuándo?” (Salmos 6:2-3). Un clamor de David abarcaba todos sus sufrimientos: “Jehová, ¿hasta cuándo?”

Yo he clamado, como David, por mis angustiadoras pruebas. “Señor, ¿hasta cuándo tendré que pasar noches sin dormir por mi hijo pródigo? ¿Cuánto tiempo hasta que se cure mi lesión en la espalda? ¿Esta amenaza de cáncer durará toda mi vida?”

La bondad de Dios se revela a menudo al postergar nuestra liberación. Con un simple chasquido de su dedo, un guiño de su ojo o un suspiro de su nariz, Dios podría resolver cada una de nuestras pruebas y sufrimientos. En cambio, ¿está el Señor obrando un propósito mayor en nuestras vidas que el que podría lograrse mediante una liberación instantánea?

Desde el final de la historia de David, sabemos que Dios estaba haciendo precisamente eso. Él estaba postergando la liberación de su siervo con algo mayor en mente, no solo para el rey sino también para la nación de Israel. Por eso, las palabras “¿Hasta cuándo?” tienen el propósito de ser instructivas. Son un clamor de anhelo continuo.

Verás, mientras clamemos estas dos palabras, una gran obra se está llevando a cabo en nuestros corazones. “¿Hasta cuándo?” no es solo un clamor de anhelo sino un clamor de fe; se pronuncia desde un profundo conocimiento de que Dios en verdad nos libera. Desde Génesis hasta Apocalipsis, la Palabra de Dios deja en claro que cuando las personas se encuentran en una situación terrible, pueden recurrir a él, y él las liberará fielmente.

La verdad es que el hecho de que Dios postergue nuestra liberación es el punto de partida en términos de nuestra fe. Dios es bueno cuando posterga nuestra liberación. Toda promesa de Dios es verdadera; él nunca miente. Si sus promesas se demoran, no es porque él sea incapaz de liberarnos, sino que es para cumplir con sus propósitos mayores. Dios está obrando por un bien mayor en nuestras vidas, almas, corazones, mentes y relaciones con Él. Podemos estar seguros de que una obra maravillosa y eterna se está realizando desde cada uno de nuestros clamores.

 

Este devocional ha sido adaptado del libro de Gary Wilkerson: El Altar de Nuestros Corazones: Un Devocional Expositivo sobre los Salmos.