Dando la Bienvenida al Espíritu Santo
Aquí hay un pasaje de las Escrituras que nos pone en aprietos. Jesús dijo esto después de que los líderes religiosos afirmaran que solo tenía autoridad sobre los espíritus malignos porque estaba del lado de Satanás. “De cierto os digo que todos los pecados serán perdonados a los hijos de los hombres, y las blasfemias cualesquiera que sean; pero cualquiera que blasfeme contra el Espíritu Santo, no tiene jamás perdón, sino que es reo de juicio eterno. Porque ellos habían dicho: Tiene espíritu inmundo” (Marcos 3:28-30).
No puedo contarles cuántas personas se han acercado a mí realmente ansiosas y preocupadas porque están confundidas con este versículo y tienen miedo de haber blasfemado contra el Espíritu Santo. Así que analicémoslo rápidamente.
Algunos creen que este pasaje se refiere a cuando vemos obras del Espíritu Santo y se las atribuimos a Satanás. ¿Satanás viene como un ángel de luz y se hace pasar por el Espíritu Santo y por Dios? Sí, eso es seguro. ¿Hay falsos profetas y falsas manifestaciones, cosas que no se encuentran en la Biblia? Sí, absolutamente. Sin embargo, cuando vemos a personas haciendo cosas que están en las Escrituras, debemos tener cuidado de no decir: “Eso es demoníaco”. Si alguien es sanado en el nombre de Jesús y decimos que fue satánico, estamos en terreno peligroso.
Algunos han afirmado que este pasaje significa que el Espíritu Santo es más importante que Jesús, ya que dijo que cualquier tipo de blasfemia contra él sería perdonado, pero no contra el Espíritu. Sin embargo, estaba hablando de las tonterías que hacemos y decimos antes de llegar a la salvación. Su sangre cubre cada pecado. No hay nada demasiado horrible que Jesús no pueda cubrir y perdonar cuando te arrepientes y vienes a él.
Algunos lo ven de esta manera: Dios envió al Hijo, y después de que el Hijo cumplió su obra, envió al Espíritu Santo. El Espíritu Santo es el Espíritu de Jesús. Si alguien rechaza al Espíritu y se aleja de Dios toda su vida, no queda ningún camino de salvación. Eso es todo. No queda nada más que la eternidad sin Dios.
No vamos a ser así. Anhelamos ver el rostro de Dios. Esperamos una eternidad en la presencia de Jesús. Estemos abiertos a aceptar todo lo que el Espíritu quiere hacer en nuestras vidas.
