De Vuelta al Lugar Secreto
“¿Se olvida la virgen de su atavío, o la desposada de sus galas? Pero mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días.” (Jeremías 2:32).
Cito este pasaje de la Biblia cada vez que pierdo mi tiempo de oración diaria debido a mi exceso de ocupación. Siempre me lleva de regreso al lugar secreto, donde clamo: “¡Oh, Señor, no quiero olvidarte!”
Este versículo es aterrador cuando consideramos el contexto del pasaje. Dios le recuerda a su pueblo que él los plantó como una vid noble de cepa sana y confiable. Comenzaron el camino correcto con su bendición, pero ahora lo han abandonado.
“Tu maldad te castigará, y tus rebeldías te condenarán… cuán malo y amargo es el haber dejado tú a Jehová tu Dios, y faltar mi temor en ti… ¿Cómo puedes decir: No soy inmunda, nunca anduve tras los baales?... Porque me volvieron la cerviz… En vano he azotado a vuestros hijos; no han recibido corrección… mi pueblo se ha olvidado de mí por innumerables días” (Jeremías 2:19-32).
El pueblo de Dios ya no iba a su casa para adorarlo. Se habían vuelto perezosos y habían olvidado todas sus bendiciones y juicios. Lo descuidaron durante días y días, persiguiendo sus propios placeres; y lo peor de todo es que dijeron: “Soy inocente… no he pecado” (Jeremías 2:35).
Si no adoras a Dios con toda tu mente y corazón, poco a poco, el abandono se infiltrará y comenzarás a adorar simplemente por costumbre.
Dices que amas a Jesús, por eso debo preguntarte: ¿Lo adoras diariamente, con todo tu corazón, sin distracciones? ¿Profundizas en la palabra de Dios o pasas días sin abrir tu Biblia ni orar a él en tu lugar secreto?
Dios ya no permitirá que te quedes sentado en tu asiento y dejes que tu mente divague. Él te ama y conoce el poder que la adoración pura libera en tu espíritu. Te hace más fuerte que cualquier león y más grande que cualquier gigante. Derriba todas las fortalezas porque te convierte en un adorador de Él de corazón puro y decidido.