Deja de Confiar en Ti Mismo
Pablo no habló de tener fe hasta que perdió toda confianza en su carne. Él tomó toda su educación, confianza en sí mismo, habilidades, doctrinas y celo y los desechó. Él habló de fe sólo después de haber dicho: "No puedo confiar en mi carne". Lo mismo es cierto para nosotros.
Antes de que alguien sea capaz de tener una fe verdadera, debe llegar a darse cuenta de lo perdido, indefenso y completamente desesperado que está. No tenemos fe salvadora hasta que verdaderamente dejemos de creer que alguien o algo distinto de Jesús puede salvarnos.
La fe salvadora y justificadora implica someter tu vida a Cristo con todo tu corazón. Incluye un arrepentimiento que dice: “Jesús, no tengo nada que ofrecerte. ¡Vengo a someterme a tu señorío!”
En Romanos 10:9, Pablo caracteriza la fe salvadora como creer con el corazón y confesar con la boca. Está diciendo que la fe es más que simplemente dar un asentimiento mental. Más bien, es someterle toda tu vida con todo tu corazón.
En Hechos 8:37, Felipe le dijo al eunuco: “Si crees de todo corazón…”, y el eunuco respondió: “Creo…”. Esto no fue simplemente un “sí” mental a Jesús; realmente creyó con todo su corazón y fue salvo.
En contraste, Simón el Mago creyó en la predicación de Pedro, pero sólo tuvo una fe temporal porque su corazón no estaba en ella. De hecho, multitudes de personas en los días de Jesús creyeron temporalmente en el nombre de Cristo, pero Jesús no se comprometió con ellos porque sabía que sus corazones no estaban completamente comprometidos (ver Juan 2:23-24).
Entonces, te preguntas, ¿quién es verdaderamente justificado por la fe? Es aquel que sabe que está perdido e indefenso, y lo ha intentado todo y ha fracasado. Ahora entrega toda su vida en las manos del Señor con todo su corazón, mente, alma y fuerzas. Él clama: “¡Señor, soy tuyo! Eres mi única esperanza" ¡Él es salvo!