Dios es Galardonador
De poco sirve la oración si no creemos plenamente que Dios es galardonador de los que le buscan diligentemente.
Yo estoy persuadido de que Dios se deleita en derramar generosamente bendiciones sobre sus amados hijos. David el salmista, insistió en que Dios es generoso e inclinado a la compasión, que su misericordia es grande y que es imposible para él rechazar a cualquiera que le implore su ayuda.
El Señor se regocija en perdonar los pecados; siempre es propicio. El diccionario Webster define propicio como “amable, cortés, misericordioso, servicial”. También dice que propicio significa “favorable como una brisa adecuada”. Para los hijos del Señor, esto significa "¡Yo soy el Dios del 'sí', de la esperanza, la ayuda, el favor y la bondad!" Este es el Dios glorioso y amoroso al que servimos.
Uno de mis pasajes favoritos de las Escrituras es: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en ti, delante de los hijos de los hombres! En lo secreto de tu presencia los esconderás de la conspiración del hombre; los pondrás en un tabernáculo a cubierto de contención de lenguas” (Salmos 31:19-20).
¡Piénsalo! Primero, Dios dice que debemos creer que él es galardonador de la fe. Entonces el salmista nos dice: “¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen… que en ti confían!”.
¡Piensa en ese almacén de gran bondad! Es bondad guardada para el pueblo de Dios, no solo en el cielo sino ahora en nuestro caminar diario.
Yo oro esto todos los días: “Señor, tú prometiste recompensar mi fe si confiaba en ti ante los hijos de los hombres, pero necesito lo que prometiste. Necesito nuevas fuerzas y nuevas esperanzas, más de la paz que sobrepasa todo entendimiento. Señor, solo pido lo que has prometido. Es la mayor bondad tener una nueva manifestación de tu dulce presencia. Esto es lo que deseo como mi galardón”.