Dios Nos Purifica Como el Oro
Gwen y yo hablamos recientemente con una mujer piadosa que ha llegado al final de su resistencia. La familia de esta mujer ha visto un sufrimiento increíble. Ha pasado interminables horas orando e invocando al Señor.
Mes a mes, las cosas no cambian. Justo cuando ella ve un rayo de esperanza, las cosas se ponen aún peor. Ella oye un mensaje o lee algo que inspira su fe y trata de seguir adelante; pero ahora está agotada. Apenas puede dormir. Ella ya fue más allá de preguntar por qué hay tanto sufrimiento. Ahora, ella simplemente espera ver una luz al final de su oscuro túnel.
Ella nos dijo: “He llegado al lugar donde siento que tengo derecho a rendirme. Yo he creído; lo he buscado; he sido fiel en la iglesia y en leer su Palabra. Sin embargo, no veo alivio. Me siento sola e indefensa. Ahora tengo que luchar contra este pensamiento: Tengo derecho a sentirme así porque no veo fin a mi sufrimiento”.
Estamos orando diligentemente por ella y su familia. Creemos que ella no desmayará en la batalla y que el Señor le enviará ayuda, pero lo que ha dicho en su desesperación realmente toca algo muy profundo en mi alma. Muchos creyentes piadosos han llegado al mismo lugar de desesperanza. Con dolor, también claman: “Tengo derecho a abandonar la lucha. Tengo derecho a estar enojado. ¿Cuándo me responderá? ¿Ha pasado de mí el Señor?”
En su desesperación, Job dijo: “Me arruinó por todos lados, y perezco; y ha hecho pasar mi esperanza como árbol arrancado… Y me contó para sí entre sus enemigos” (Job 19:10-11). ¿Algo de esto te suena familiar? ¿Es esta tu batalla? ¿Es la lucha de alguien que conoces? Amado, Dios es misericordioso. Job salió de su prueba a un lugar de esperanza, y tú también lo harás.
Que las palabras de este hombre piadoso sean nuestras: “Yo iré al oriente, y no lo hallaré; y al occidente, y no lo percibiré; si muestra su poder al norte, yo no lo veré; al sur se esconderá, y no lo veré. mas él conoce mi camino; me probará, y saldré como oro” (Job 23:8-10).