Dos Vallas Más Allá

Tim Dilena

El teólogo Juan Calvino dijo: “Conocer a Dios como el Señor y Dador de todas las cosas buenas, que nos invita a pedirlas de Él, y aún así no ir a Él y pedirle, esto sería de tan poca utilidad como que un hombre descuidara un tesoro, enterrado y escondido en la tierra, después de que se le hubiera señalado y tuviera el mapa”.

Jesús nos dio un mapa, y se llama oración. Leemos en las Escrituras: “Jesús, les dijo: De cierto os digo, que si tuviereis fe, y no dudareis, no solo haréis esto de la higuera, sino que si a este monte dijereis: Quítate y échate en el mar, será hecho. Y todo lo que pidiereis en oración, creyendo, lo recibiréis” (Mateo 21:21-22).

Sin embargo, sólo hay dos vallas que superar cuando comenzamos a orar para recibir de Dios.

Valla n.° 1: Pedir

Las estadísticas indican que el cristiano promedio pasa de tres a siete minutos al día en oración. Hoy en día, nuestra capacidad de pedir es limitada. Si pedir es lo que nos lleva a recibir, ni siquiera estamos pidiendo muy bien. F. B. Meyer lo expresó así: “La mayor tragedia de la vida no es la oración sin respuesta, sino la oración no ofrecida”. Comprometámonos a luchar contra el ajetreo y a orar.

Valla n.° 2: Creer

Hay una diferencia entre creerle a alguien y creer en alguien. La primera tiene que ver con la existencia. La segunda tiene que ver con el carácter y con quién es esa persona. Supongamos que le dices a una amiga que tienes fe en ella. ¿Qué significa eso? En primer lugar, estás seguro de que la persona con la que estás hablando realmente existe; no es un fraude. En segundo lugar, estás convencido de que puedes creer lo que dice y confiar en su carácter. Creer en la oración es confiar en quién dijo Dios que era.

La fe honra a Dios y Dios honra la fe. La fe en Dios no te dará todo lo que deseas, pero sí te dará todo lo que Dios quiere que tengas.