El Dios que Da Generosamente
¿Estás ya en tu límite, cansado, abatido, a punto de rendirte? Te desafío a que respondas las siguientes preguntas con un simple sí o no:
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• ¿La Palabra de Dios promete suplir todas sus necesidades?
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• ¿Dijo Jesús que nunca te dejaría; y que estaría contigo hasta el final?
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• ¿Dijo que te guardaría de caer y te presentaría sin mancha ante el trono del Padre?
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• ¿Te prometió toda la semilla que necesitas para difundir el evangelio?
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• ¿Está él más dispuesto a dar que tú a recibir? ¿Es Cristo más grande en ti que el que está en el mundo?
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• ¿Son buenos los pensamientos de Dios hacia ti? ¿Es él, galardonador de los que lo buscan?
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• ¿Te está preparando él un lugar en la gloria? ¿Viene en las nubes para llevar a su pueblo a casa? ¿Te irás con él cuando venga?
Tu respuesta a todas estas debería ser "¡Absolutamente, sí!"
Ahora, haz un inventario. Pregúntate: “¿Realmente creo que Dios es fiel a sus promesas o dudo en mi confianza? ¿Qué tan bien conozco la Palabra de Dios y sus aseveraciones?”.
Las Escrituras dicen claramente: “Hermanos míos, tened por sumo gozo cuando os halléis en diversas pruebas, sabiendo que la prueba de vuestra fe produce paciencia. Mas tenga la paciencia su obra completa, para que seáis perfectos y cabales, sin que os falte cosa alguna”.
“Y si alguno de vosotros tiene falta de sabiduría, pídala a Dios, el cual da a todos abundantemente y sin reproche, y le será dada. Pero pida con fe, no dudando nada; porque el que duda es semejante a la onda del mar, que es arrastrada por el viento y echada de una parte a otra. No piense, pues, quien tal haga, que recibirá cosa alguna del Señor” (Santiago 1:2-7).
Puedes aferrarte a la sabiduría de Dios, toda la sabiduría necesaria para resolver los problemas de la vida, si pones tu vida y tu futuro en esta promesa y crees sin vacilar.
Dios da sabiduría generosamente a todos sus hijos.