El Juego de Cortejo con Dios
Si tienes una relación real con Dios, todos los días son diferentes. Es por eso que una relación con Jesucristo se llama "nacer de nuevo". No necesitamos la iglesia solo los domingos. Necesitamos a Dios todos los días. La religión te pedirá un día a la semana. Dios te pedirá todos los días. La religión dirá: "Preséntate los domingos y todo estará bien". Eso no es cierto.
Si la verdadera transformación es solo para los domingos, entonces estamos en problemas; son los otros seis días los que nos arruinan.
Dios dice: “Yo quiero el lunes, martes, miércoles en adelante. Quiero caminar contigo. No quiero una relación contigo en la que me veas con tu mejor ropa durante dos horas a la semana. Esa es una cita. Yo quiero casarme contigo".
Cuando Jesús murió, envió una solicitud de respuesta que simplemente decía: "Lo que he hecho por ti es allanar el camino para el perdón de los pecados". Si decidimos responder, Dios viene y nos cambia de adentro hacia afuera. No hay iglesia o religión en el planeta que pueda cambiar radicalmente tu corazón y tu mente. Solo Jesús puede hacer eso; y realmente comienza cuando decimos: "Dios, no tengo las palabras adecuadas. No sé que decir. Todo lo que sé es que quiero esa relación contigo. Quiero que me cambies. Quiero que estés a cargo porque cuando yo estoy a cargo, estropeo esto".
Esto es para aquellos que acaban de aceptar a Cristo o que aún no conocen a Dios. Esto es para aquellos de ustedes que han estado sirviendo a Jesús durante tanto tiempo que conocen a Abraham, Isaac y Jacob. Esta es la vida a la que se refería Pablo cuando dijo: “Así que, hermanos, os ruego por las misericordias de Dios, que presentéis vuestros cuerpos en sacrificio vivo, santo, agradable a Dios, que es vuestro culto racional. No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos 12:1-2).
Cuanto más creces en Dios, más te das cuenta de que no sabes quién es él. No importa dónde estemos en nuestro caminar, debemos esforzarnos por un mejor conocimiento y pasión por el Señor.
No necesitamos un cortejo amoroso con Dios. Necesitamos un matrimonio.